El fin en diciembre de 2016 de la tutela de Bruselas por la macroinyección de dinero público a las antiguas cajas permitió a Abanca aprovechar por fin todo su potencial de crecimiento. Con el balance limpio y sin vetos a la inversión, la primera entidad financiera gallega ha logrado, dos años después, vencer en las pujas por la red minorista del Deutsche Bank en Portugal y por la filial española del grupo luso Caixa Geral de Depósitos; hacerse con la antigua financiera del Pastor; consolidar su división de seguros; y estar entre los bancos más rentables del país en un momento muy difícil para el sector por los tipos de interés, en mínimos históricos. Su plan estratégico hasta 2020 prevé enfilar los 90.000 millones de euros de volumen de negocio, como detalla en el informe anual del pasado 2018 que acaba de remitir a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La evolución del crédito refleja la que es una de las principales apuestas de Abanca desde la salida de la supervisión comunitaria: aprovechar el tirón del ladrillo por la revitalización de la demanda, incluida la del mercado del alquiler. En solo un año, la entidad elevó casi un 22% la financiación a la construcción y la promoción inmobiliaria, hasta sumar un total de 815 millones de euros.

A pesar del incremento, el saldo de dudosos entre los créditos a las firmas del sector sigue a la baja. Son 24 millones de euros, un 60% menos que al cierre de 2017. También cae con fuerza la morosidad en las hipotecas desde el 3,35% al 2,57%. El importe bruto en operaciones con hogares para la compra de vivienda asciende a 11.311 millones de euros tras un ligero recorte del 0,7% que evidencia que todavía los nuevos préstamos no compensan las hipotecas que se van amortizando.

Precisamente de las hipotecas de particulares viene el 48% de las refinanciaciones del pasado ejercicio, por encima de los 1.511 millones de euros, lo que supone un descenso del 28% respecto a al año anterior (2.095 millones). Fueron 14.689 operaciones de reestructuración de deuda ante los problemas de pago con un deterioro de valor cercano a los 396 millones de euros.

El crédito en Abanca llega a los 30.161 millones de euros. La financiación a administraciones públicas representa el 9,6% (2.898 millones); el 16,5% está concedido a grandes empresas (5.055 millones) y un 20,5% a pymes y autónomos (6.186 millones), que es el perfil de cliente en el que más aumenta la financiación (12,9%). Con los hogares, además de las hipotecas, hay 1.144 millones en créditos al consumo (3,8%) y 1.364 millones en préstamos para "otros fines". Aquí ya no está un cartera de créditos fallidos por importe de 48,3 millones de euros vendidos durante 2018, como sucedió también en 2017 con otro paquete de préstamos valorado en 381,33 millones.

La comercialización de activos adjudicados por impago de préstamos dejó unas ganancias netas de 37,6 millones de euros. En 2017 el beneficio por venta de viviendas y suelos superó los 41,6 millones. Quedan en el balance propiedades con un valor contable bruto de 865,4 millones de euros (y un neto, tras restar su deterioro, de 333 millones), un 14% menos que el ejercicio precedente. Son 95,8 millones en edificios y viviendas terminadas y 44,9 millones en otros todavía en obras; unos 238 millones en terrenos algo más de 362 millones en viviendas de ejecuciones hipotecarias; y 124 millones en otros activos inmobiliarios adjudicados.