La cadena de supermercados Dia, con 1.300 empleados y 218 establecimientos en la comunidad gallega, no despejará la incertidumbre sobre su grave situación financiera hasta el próximo día 30. Tras la prórroga de una semana a la que se acogió anteayer el fondo inversor Letter One Retail (controlado por el inversor ruso Mikhail Fridman y dueño del 29% de la compañía) para que el resto de los accionistas se sumen a su oferta de adquisición de acciones (opa) sobre el 100% de la empresa, el rescate de la cadena española, en situación de insolvencia y causa legal de disolución, queda pendiente hasta entonces.

El tiempo apremia. El 20 de mayo la compañía entrará en concurso si antes no restablece su equilibrio patrimonial y esto sólo ocurrirá si previamente se produce una inyección de recursos mediante un ampliación de capital. Descartada por la junta general de accionistas „con el rechazo beligerante de Letter One„ la que proponía el consejo por 600 millones (y cuya colocación había sido asegurada por Morgan Stanley), sólo queda en pie la que promete Fridman por 500 millones.

Pero Letter One sólo hará esa aportación si se dan dos condiciones previas: que se haya hecho con el control de al menos el 35,5% adicional del capital (la mitad del que aún no controla), lo que, sumado a su actual participación, le daría el dominio sobre el 64,5%, y que la banca acceda a mantenerle las condiciones de refinanciación que otorgó al consejo en el caso de que la junta hubiese aprobado su ampliación de capital. Letter One pretende además que la banca renuncie a cobrar su deuda durante unos años, por lo que los recursos que se obtengan con la prevista venta de las cadenas Max Descuento y Clarel no serían para los acreedores financieros como les prometió el consejo sino para inyectar en la empresa y en su negocio.

Los porcentajes mínimos que le son exigidos a Letter One para que su opa tenga éxito no son discrecionales. Son la exigencia que impone la ley para las opas no obligatorias. A cambio se les exime de que el precio de la opa iguale al más alto pagado por el mismo oferente para hacerse con títulos de la sociedad en los doce meses precedentes. Letter One pagó en el último año hasta 3,73 euros por acción y ahora ofrece 0,67.

Cierto que por el medio ha habido grandes pérdidas, reformulación de resultados, desequilibrio patrimonial, supuestas irregularidades por algunos exdirectivos, deterioro de imagen y de cuota de mercado y otros percances hasta llegar a una situación de riesgo de concurso. Pero, aún así, grupos accionariales minoritarios, como el grupo portugués Amaral, que tiene el 2% de Dia, y los agrupados en la Asociación de Accionistas Defensores de Día (AADD), que aglutina a 600 titulares con el 3%, rechazan el precio por considerarlo injusto y han dicho que no venderán sus acciones a Letter One.

El próximo jueves termina el plazo para que Letter One puede mejorar el precio que ofrece (lo que aseguró que no haría) y para que se formulen hipotéticas contraopas, una opción cada vez menos probable.

La opa de Fridman fundamenta sus mayores opciones de éxito en los fondos de inversión que se han incorporado en meses recientes y que obtendrían plusvalías con su venta al inversor ruso al haber comprado sus paquetes accionariales a un precio inferior. Pero la prórroga de una semana otorgada por Fridman a los inversores para que cursen sus órdenes de venta indica que la oferta no está teniendo toda la aceptación necesaria. Hasta el pasado martes había aceptado la propuesta de compra de Fridman el 4,64% de las acciones a las que se dirige la opa, cuando el objetivo obligado es alcanzar al menos el 50% de esos títulos.

Y esto pese a que el consejo decidió vender a Letter One la autocartera de la sociedad y a que los vocales se comprometieron a hacer lo mismo con sus títulos. Todos ellos han anunciado que dimitirán tras la opa, salvo el consejero delegado del grupo, Borja de la Cierva, quien continuará transitoriamente.

Letter One nombrará a un nuevo ejecutivo, el cuarto al frente de la empresa desde julio. Pero antes tiene que convencer a los accionistas para que le otorguen la mayoría absoluta que pretende en la sociedad para tener las manos libres para operar.