La decisión del Gobierno de los Estados Unidos de aplazar ayer y durante seis meses la posible imposición de aranceles a los vehículos europeos y japoneses ha dado un respiro al comercio global, que se veía amenazado por las hipotéticas consecuencias de la imposición de Washington. En una maniobra anticipada, el presidente Donald Trump dio ayer un plazo de 180 días más a los negociadores de su Ejecutivo con la Unión Europea (UE) y Japón para alcanzar un acuerdo antes de cumplir su amenaza de imponer gravámenes a la importación de vehículos de sus socios.

"El proceso de negociación será dirigido por el representante de Comercio Exterior de Estados Unidos, Robert Lighthizer, y, si no se alcanzan los acuerdos dentro de los próximos 180 días, el presidente determinará si se deben tomar medidas adicionales y cuáles", señaló la Casa Blanca en un comunicado.

Desde su llegada al poder, Trump ha defendido la imposición de gravámenes como una estrategia efectiva para ganar influencia sobre sus socios durante las negociaciones en curso sobre tratados comerciales. Pero el mandatario ha sido alertado por expertos y por la propia industria automotriz de su país de que corre el riesgo de provocar nuevos enfrentamientos en el comercio global, tal como ha ocurrido con su disputa con China.

Sin ir más lejos, la Unión Europea ha anunciado que tiene confeccionada una lista de gravámenes que puede imponer a la importación de productos estadounidenses como represalia si Trump aplica su incremento de aranceles a la entrada en el país de vehículos europeos.

La Comisión Europea ha calculado que un arancel del 25% sobre la importación de vehículos añadiría unos 11.200 dólares al precio de los automóviles europeos en Estados Unidos.

Sin embargo, el Gobierno de Japón confía en que Estados Unidos no aplicará limitaciones a la importación de automóviles nipones, en medio de las fricciones entre ambos países durante sus negociaciones para alcanzar un futuro acuerdo comercial.

Washington condiciona la firma del acuerdo a que el flujo comercial automotriz entre ambas potencias esté diseñado para aumentar la producción y los empleos en las industrias estadounidenses. La exportación de automóviles a Estados Unidos desde Galicia es residual (140.000 euros de facturación el año pasado); España, en su conjunto, facturó 645 millones.