La factura de la luz no solo es un problema para las empresas electrointensivas que, como Alcoa, han salido a la calle en los últimos días para reclaman al Gobierno una regulación que equipare la tarifa eléctrica española con las de los países del entorno. Los hogares sufren también el elevado precio de la energía en España, que en el segundo semestre de 2018 se disparó un 13,8% respecto al mismo periodo del año anterior. Es la segunda mayor subida de la UE „solo por detrás de Chipre, con el 19,6%„ y supone un encarecimiento tres veces superior al de la media europea (3,5%), según publicó ayer Eurostat.

El informe de la oficina estadística de la Comisión Europea cifra en 24,8 euros el precio medio que pagaron las familias españolas por la luz (por cada 100 kilovatios hora, kWh) en la segunda mitad del año pasado. Son tres euros más de lo que costaba en el mismo periodo del año anterior (21,8 euros) y casi cuatro más que el precio medio en la Unión Europea (21,1 euros. Solo los hogares de Dinamarca, Alemania, Bélgica e Irlanda pagan más por la electricidad que España.

En el otro extremo, los consumidores de Bulgaria (10,1 euros), Lituania (11 euros) y Hungría (11,2 euros) disponen de la factura eléctrica más económica de la UE. Aunque no tan acusadas, las diferencias también son relevantes con países más próximos a España. Los franceses (18 euros), los holandeses (17,1 euros) o los griegos (16,5 euros) pagan un tercio menos que los españoles.

Si se mide según el estándar de poder adquisitivo (PPS), España es el tercer país de la UE con la electricidad más cara (27,4 PPS), solo por detrás de Portugal (28,2 PPS) y Alemania (28 PPS). Por contra, los países donde la electricidad fue más barata en 2018 en estos términos fueron Finlandia (13,7 PPS) y Luxemburgo (13,8 PPS).