La subasta semestral de interrumpibilidad (el sistema de remuneración que alivia el coste energético a la industria de alto consumo a cambio de que desconecte cuando lo precisa el sistema eléctrico) ha tenido resultados "desastrosos sin paliativos" para las empresas electrointensivas (entre ellas Alcoa San Cibrao y Ferroatlántica), según los datos disponibles y las primeras impresiones que se pudieron recoger ayer en el sector.

La puja, que se hace a la baja y que adjudica los bloques de interrumpibilidad al menor postor, se presumía muy insatisfactoria por los bajos precios de salida (120.000 euros para los bloques de 40 megavatios, por debajo de la anterior subasta, y muy inferior a la retribución de ejercicios precedentes) y por la oferta limitada (2.600 megavatios), lo que hacía intuir una fortísima presión a la baja. Pero el resultado ha sido "mucho peor" a lo temido, según varias fuentes.

A la espera de que Red Eléctrica comunique los resultados, la puja, que comenzó el lunes, y que estaba previsto que concluyera ayer o a lo sumo hoy, ha deparado remuneraciones para la industria de alto consumo eléctrico de unos 100.000 euros por cada bloque de 40 megavatios (el relevante para la industria pesada de la comunidad) y en algunos casos cayó hasta los 90.000, mientras que en los bloques de 5 megavatios osciló, según varias fuentes, entre los 60.000 y 62.000 euros. Se trata de los precios más bajos desde hace más de un lustro.

Según estas estimaciones, los grandes consumidores han podido acceder a asignaciones por un importe de unos cuatro millones de euros por cada bloque de 40 megavatios.

Estas compensaciones no llegan "ni a la mitad de las del año pasado", dijeron personas conocedoras, cuando ya entonces habían sido particularmente bajas: en el año y medio comprendido entre 2018 y el primer semestre de 2019 la compensación cayó el 62% respecto a 2017. En la anterior subasta (la del primer semestre de este año) el recorte fue del 36%.

El sistema de interrumpibilidad entrañó para la industria de alta dependencia energética unos ingresos de 508 millones en 2015 y desde entonces han seguido una tendencia descendente salvo en 2017: 503 millones en 2016, 525 millones en 2017, 300 millones en 2018 y una cifra que podría situarse en torno a 200 millones este año.

Medios empresariales expresaron la gran preocupación existente sobre la viabilidad y continuidad de la industria en general y sobremanera de la básica e intensiva en consumo energético. A la mayor carestía de la energía respecto a otros países competidores (una queja recurrente de los fabricantes españoles) se suma la rauda revalorización de los derechos de emisión de CO2 (se han encarecido más del 222% desde 2012), la demora en la aprobación del estatuto de la industria electrointensiva, el retraso en las compensaciones a este tipo de factorías por los costes indirectos que entrañan los derechos de emisión sobre la factura eléctrica (se han licitado 91 millones con la promesa de llegar quizá a 200) y la disminución de las primas eléctricas.