España tiene más ricos que hace una década. Lo indican datos como el siguiente de la Agencia Tributaria: el número de contribuyentes que declaran ingresos superiores a 150.000 euros al año (cerca de 97.000 ciudadanos en el territorio fiscal común, excluyendo a vascos y navarros) es superior en casi cinco mil personas al de 2008, cuando el país se asomaba al precipicio de la Gran Recesión tras un largo ciclo de crecimiento, burbuja inmobiliaria y también de expansión de los individuos acaudalados. El reparto territorial de las grandes nóminas es desigual. De hecho, a pesar de que el grupo de los que más cobran ha aumentado en el conjunto del país, ha disminuido en la mayoría de comunidades autónomas y solo registra un incremento en cuatro: Baleares, con un notable 49%; Canarias, que sube un 23%; Madrid, con un alza del 19%; y Galicia, por la mínima, con un 0,76% más de declarantes acaudalados.

La cuenta es incompleta, en la medida en que puede haber personas verdaderamente ricas en patrimonio que sin embargo declaren por IRPF rentas inferiores a los referidos 150.000 euros, pero resulta solvente como indicador. En primer lugar para dejar al aire la inequidad del proceso de recuperación económica: hay más españoles con rentas de clase alta que antes de la crisis, pero a la vez hay 800.000 parados más que en 2008 y la población en riesgo de pobreza (21,5%) también es mayor.

El reparto. Los referidos datos del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) permiten retratar asimismo cómo se reparten territorialmente las élites y cómo evolucionan en cada comunidad. Una de las mutaciones de esta década es la cada vez más intensa concentración de riqueza en Madrid, principal región ganadora.

La información estadística sobre las declaraciones del IRPF refleja que en 2017, último ejercicio con datos oficiales disponibles, Galicia tenía 3.580 contribuyentes con ingresos anuales (rendimientos del trabajo, de actividades económicas, financieros...) por encima de los 150.000 euros. El gallego es el único territorio del Norte que ha recuperado los niveles de 2008 (tiene 27 contribuyentes más que entonces, el 0,76%). Por su parte, los territorios que más riqueza han conseguido atraer son las islas „Canarias (23% más) y Baleares (49%)„ y Madrid (19%). Estas tres últimas autonomías tienen en común su protagonismo en la fase de recuperación económica, temprana e intensa en los archipiélagos gracias al turismo y rauda también en Madrid, que ya en 2015 alcanzó el nivel de producto interior bruto (PIB) anterior a la crisis.

Madrid se afianza como imán para los contribuyentes más cualificados, un poder de atracción estimulado por la fiscalidad autonómica más baja de España para los ricos (tipo marginal del IRPF inferior al resto, exención del impuesto de patrimonio y práctica supresión del tributo de sucesiones y donaciones entre padres e hijos) y por el dinamismo propio de la capitalidad. Un vigoroso pulso económico reforzado en las últimas décadas al renovarse en España la apuesta radial de las comunicaciones (despliegue de autopistas en los años 80 y 90 y del AVE en las décadas siguientes con la capital como hito central) y por la propensión global de la población, en particular de la más joven y formada, a concentrarse en las grandes urbes.

La deslocalización. No existe información estadística o académica que permita medir con precisión la verdadera dimensión del problema de la deslocalización de rentas altas y patrimonios cualificados. La aproximación más reciente es un estudio firmado por los economistas David R. Agrawal y Dirk Foremny para el Instituto de Economía de Barcelona en el que miden el comportamiento del 1% de los contribuyentes más ricos a partir de las subidas en el IRPF después de la última reforma de la financiación autonómica (2009), que amplió las atribuciones normativas de las autonomías. Según explica el alemán Dirk Foremny a este diario, después de 2010 se intensificó la movilidad de los contribuyentes con rentas más altas hacia Madrid, aunque no en grandes proporciones y sin que ello menoscabara de forma relevante la recaudación en otras comunidades. Agrawal y Foremny preparan ahora otro trabajo sobre la movilidad de los ricos asociada a los impuestos de patrimonio y sucesiones. Foremny ya anticipa que en este caso los resultados mostrarán un fenómeno de deslocalización en favor de Madrid mucho más intenso.

Sea por esa política fiscal o por el propio dinamismo económico consustancial a la capitalidad (los centros directivos y por ello los mayores sueldos tienden a concentrarse en la capital), el reparto territorial de los españoles con más ingresos está cada vez más volcado hacia Madrid y menos hacia otros lugares periféricos de la península. Estos datos lo sujetan: Madrid, con el 19% del PIB español, concentra el 40% de los ciudadanos que en el territorio fiscal común cobran al menos 150.000 euros al año.