No existen milagros en la economía. Y la internacionalización de las empresas gallegas tampoco lo es. Sí se puede hablar de una estrategia con grandes éxitos, o, probablemente mejor, de una apuesta que dejó muy buenos resultados cuando más se necesitó el aire del comercio exterior en el Producto Interior Bruto (PIB) regional, pero no exenta de riesgos.

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