Los 66 trabajadores de la planta coruñesa de Isowat Made, dedicada al diseño y fabricación de componentes eléctricos, enfilan el final de su agónico conflicto laboral. "No hubo acuerdo entre el inversor y Abanca y esto nos aboca al cierre", lamentaba ayer el presidente del comité de empresa, Cándido López. La plantilla finalizó este martes su segundo ERTE (expediente de regulación temporal de empleo) de tres meses „concedido por el juzgado ante la expectativa de venta„ y ahora se prepara para negociar un ERE de extinción con el administrador concursal, que tomó el control de esta filial del holding gallego Invertaresa desde que entró en concurso de acreedores hace año y medio.

El desacuerdo económico entre el potencial inversor y Abanca (dueño de la instalación y primer acreedor) ha sido el principal escollo en las negociaciones, de cuyo fracaso el comité culpa también a la "inacción" del Gobierno autonómico. "Abanca y la Xunta no supieron atender el requerimiento del inversor", considera Cándido López, quien detalla que el precio del alquiler que ofreció el banco era demasiado alto para el potencial comprador, que tendría que hacerse cargo también de las deudas de la empresa. Además "fallaron los tiempos „explica„ porque el inversor se presentó en junio y no tuvo una propuesta de Abanca hasta septiembre". "No fructificó", concluye López. La hipoteca de Isowat con Abanca está tasada en unos 6,8 millones de euros.

Legalmente, todavía queda un último margen para salvar Isowat. El periodo de consultas del ERE del extinción durará 15 días y la venta podría producirse si hubiese un acuerdo en este plazo. "Hasta el momento en el que se firme la extinción de los contratos y la liquidación de la empresa, legalmente es posible evitar el cierre pero no creo en los milagros", zanja el presidente del comité.

Los trabajadores mantuvieron una asamblea el lunes para abordar su situación. En esta reunión se informó de que el Ayuntamiento propició un nuevo acercamiento entre Abanca y el inversor para negociar el alquiler, pero una vez finalizado el ERTE sin una oferta sobre la mesa el comité de empresa da por hecho el cierre.

El mismo inversor de Medina

El empresario que lleva cuatro meses negociando la posible compra de Isowat en A Coruña es Gregorio Peña, propietario de Industrias Mecánicas de Extremadura SA (Imedexsa). Esta compañía es la misma que compró la otra planta de Isowat Made: la de Medina del Campo (Valladolid), con apoyo de la Junta de Castilla y León. La factoría castellana logró su salvación el pasado enero en la misma subasta que quedó desierta para la coruñesa.

"Es una pena porque los clientes, tanto los nuestros como los de Imedexsa, veían la compra con muy buenos ojos", comenta Cándido López sobre las sinergias que podrían crear las dos fábricas.

La planta coruñesa cesó su actividad hace seis meses, todavía con pedidos en cartera. Isowat forma parte de la llamada industria 4.0 y entre sus clientes están Naturgy, Endesa, Iberdrola, Repsol o Red Eléctrica Española.

Mientras enfila el ERE de extinción, la plantilla de Isowat inicia hoy un permiso retribuido que no cuenta con cobrar, dada la situación de endeudamiento de la empresa. De hecho, los trabajadores tienen todavía cuatro nóminas pendientes de cobro.

"No entendemos qué plan industrial tiene la Xunta. Si se conforma solo con que tengamos Inditex, Estrella Galicia y Citroën, ¿los demás dónde vamos a trabajar?", reflexiona el representante de la plantilla de Isowat. "No vemos que el Gobierno autonómico tome cartas en el asunto ni frene la crisis industrial", añade.

Actividad fabril en descenso

La actividad del sector manufacturero español registró el pasado mes de septiembre su mayor deterioro desde abril de 2013, después de que el índice de gerentes de compras (PMI) cayera a 47,7 puntos desde los 48,8 del mes anterior, con lo que acumula cuatro retrocesos mensuales consecutivos. La consultora IHS Markit atribuye a la incertidumbre política y económica la caída más intensa de los nuevos pedidos para exportaciones, que registraron su mayor retroceso desde julio de 2012.

Este debilitamiento de la producción y de los nuevos pedidos afectó al empleo, provocando que las empresas manufactureras destruyeran puestos de trabajo por quinto mes consecutivo, aunque a un ritmo ligeramente más lento.