Muy cerca de donde Abanca se afianzaba como séptima entidad del país por patrimonio y octava en activos con la firma oficial de la compra de Banco Caixa Geral ayer en su cuartel general de Madrid, tanto el gobernador del supervisor español, Pablo Hernández de Cos, como el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) pintaban un panorama difícil para el sector, obligado a seguir reforzando su capital y pasar la tijera a los costes. La consolidación, el eterno eufemismo del argot económico para hablar de fusiones, es “ineludible”, aseguraba Luis de Guindos durante el X Encuentro del Sector Financiero organizado por KPMG en la capital, aunque “muy complicada” por la valoración actual de las entidades. “Parece que no hay más camino”, coincide Juan Carlos Escotet, que ve en los mensajes de los reguladores “una invitación a que continúen los procesos de integración”. El máximo responsable de Abanca da por hecho que el ciclo de bajos tipos de interés va para largo, “al menos durante los próximos cinco años”, y de que la actividad “será menos vigorosa, sin llegar a pensar en una recesión”. “Hay que admitir —defiende Escotet— que en este escenario se hacen indispensables nuevos procesos de integración”. “Los sujetos del mercado lo tienen que entender y hace falta contrapartes que también lo entiendan y lo sepan aprovechar. Por nuestro lado la vocación claramente existe”, añadió, en una evidente indirecta a procesos frustrados como el vivido por él en primera persona con Liberbank, a la que volvió a descartar de sus planes.

A los hechos se remitió Escotet para demostrar el apetito por “el crecimiento orgánico e inorgánico”. La formalización de la compraventa de Banco Caixa Geral llega tras absorber la antigua financiera del Popular, lanzarse al mercado norteamericano desde la nueva delegación en Miami o la adquisición de la red minorista del Deutsche Bank en Portugal, con la que “se está creciendo un 10% más de lo previsto”, avanzó Francisco Botas, consejero delegado de Abanca.

La transacción por Banco Caixa Geral asciende a 384 millones de euros, 20 más de lo previsto cuando venció en la subasta organizada a mediados de 2018 desde su hasta ahora propietaria, la lusa Caixa Geral de Depósitos (CGD), por la actualización a la fecha de cierre de la operación. “Es un banco especialmente capitalizado y con bajísima mora”, indica Escotet. Con la suma de sus 7.000 millones de negocio, 131.000 clientes y 110 oficinas, Abanca pasa a controlar una cuota de mercado del 34,5% del crédito en Galicia y el 42,8% en depósitos, y del 2,8% y el 3%, respectivamente, en el mercado nacional. A la simbólica presencia de Banco Caixa Geral por sí sola se agarran sus ya viejos dueños para justificar la venta dentro su estrategia de desinversiones tras el manguerazo de ayudas públicas recibido en la crisis. “No salimos con gusto de este mercado, pero así será sostenible sin necesidad de pedir más dinero a los contribuyentes”, subrayó Paulo Macedo, presidente ejecutivo de CGD.

De los contactos previos y los posteriores a la subasta se ha forjado una “excelente relación” con CGD que permitirá consolidar la internacionalización de Abanca. Ambas entidades sellaron ayer también un acuerdo de colaboración comercial en toda la Península y otros países donde operan ambas, pensando sobre todo en las necesidades de financiación de las empresas transfronterizas.

Ajuste con "el mayor talento posible sin renunciar a la eficiencia"

Los directivos de Abanca desembarcaron ayer mismo en el timón de Banco Caixa Geral, que se mantendrá con ficha bancaria propia, sus 500 empleados y marca hasta que durante el primer trimestre del próximo 2020 se complete la integración informática y de negocio. Será también el momento del ajuste de red y plantilla. ¿Habrá Expediente de Regulación de Empleo? “Es prematuro hablar de eso”, excusó Escotet, que repite “la gran complementariedad” de las dos entidades y el reducido solapamiento. Negociar con las centrales sindicales, asegura el presidente de Abanca, es “regla de la casa” y “hasta que concluya la integración definitiva no se llevará a cabo ninguna alternativa. Será un “proceso por meritocracia” para “preservar el mayor talento posible”, pero “sin renunciar a la necesidad de eficiencia”.