El largo adiós al carbón mineral en España conduce a la descarbonización de comarcas y municipios que, como As Pontes, dependen de sus centrales térmicas. En poco más de 60 años, este territorio dio un salto cualitativo trascendental en una Galicia anclada en la agricultura y la ganadería de supervivencia. El carbón mineral, su descubrimiento y explotación industrial ha sido la esencia de la riqueza que, en este algo más de medio siglo, dio a la comarca del Eume y a otras próximas como Ortegal y Terra Chá la posibilidad de abandonar la mera subsistencia agropecuaria para encaramarse a la producción industrial más avanzada. Eso sí, con altibajos y zozobras entre sus trabajadores.

De la mina de carbón fósil se tuvo la primera noticia más o menos oficial allá por el año 1790. Fue gracias a la Memoria que recogía la importancia del descubrimiento de ese mineral por el polígrafo coruñés don José Andrés Cornide Saavedra y Folgueira. Se había descubierto para una Galicia desnortada el lignito de As Pontes, una veta que abarcaba una gran extensión del territorio noroeste de la provincia de A Coruña.

No fue hasta finalizada la guerra civil española que el Gobierno de Franco, a través de la Empresa Nacional Calvo Sotelo (que formaba parte del entramado INI), promueve la instalación en las inmediaciones del ayuntamiento de Puentes de García Rodríguez de la central termoeléctrica que dio pie al complejo posteriormente desarrollado. Corría el año 1943. El lignito oscuro de entonces pasó a ser la pieza fundamental de lo que, desde los años 70, se convertiría en Endesa, motor indiscutible de la economía local, además de serlo en gran medida de la de las poblaciones próximas por la generación de puestos de trabajo y la llegada al municipio pontés de centenares de personas que realizaban sus funciones profesionales en la distintas industrias, comercio, hostelería, etc., nacidas al amparo del lignito negro.

Cuando se encomendó al INI el Plan Nacional para el aprovechamiento racional y económico de las pizarras y lignitos nacionales con vistas a la producción de carburantes, lubricantes e industrias conexas no se esperaba lo que, con el tiempo, fue. Se traslada al citado INI la encomienda de ejecutar y desarrollar el Plan citado, con instalaciones en Puertollano, Zaragoza y Teruel, As Pontes y Cartagena. El objetivo primordial en As Pontes era la puesta en marcha de una central térmica de 32 MW, una fábrica de combustibles líquidos y lubricantes, y la minería necesaria para el abastecimiento de combustible y materia prima a sus instalaciones. Tras la creación en 1943 en As Pontes de una Central Térmica auxiliar de 300 CV que utilizaba el lignito como combustible, se acometió en 1946 la de la central térmica de 32 MW cuya entrada en funcionamiento de produjo en julio de 1949. La mina, que producía en 1948 poco más de 9.000 toneladas de lignito, pasó a producir 60.786 toneladas en 1950, lo que da una idea del cambio experimentado.

Industrias como ENFERSA (Empresa Nacional de Fertilizantes) se incorpora a los planes industriales de As Pontes en 1959. Da así un carácter singular al complejo del que la comarca había vivido hasta los años 80, con la Empresa Nacional Calvo Sotelo como eje. Fue aquí cuando la Unión Europea establece a España una pauta a seguir para la reconversión industrial que tanto afectó (y de hecho afecta todavía) a amplias comarcas gallegas.

El lignito ha permitido la obtención en As Pontes de amoníaco, nitrógeno y oxígeno. Y por derivación del amoníaco, del ácido nítrico y el nitrato amónico (del que se extraería el nitrato amónico cálcico, el conocido Nitramón) recurso tan socorrido como fertilizante por los agricultores para las tierra de labradío.

En los pasados años 70-80, prospecciones y estudios realizados en distintos lugares de la geografía próxima a As Pontes, permitieron albergar serias esperanzas en cuanto a la existencia de grandes posibilidades de explotación minera de lignitos más allá de la comarca pontesa: hasta las proximidades de San Sadurniño y Neda. Todo quedó condicionado a las importantes inversiones a realizar y a lo que determinara finalmente la autoridad competente para el desarrollo de una industria esencial, junto con la construcción naval, para Ferrolterra, Eume y Ortegal.

La llegada a As Pontes de un importante número de trabajadores cualificados obligó a la construcción de los llamados poblados: el Poblado das Veigas fue el primero y dio solución a la dotación de vivienda, con residencia diseñada para los ingenieros, otra intermedia para los empleados y otras de distinta calidad para los obreros. En total, 230 viviendas con capacidad para 1.500 habitantes, que se sumaron a las construidas en los años 50 por la Obra Sindical del Hogar y Arquitectura (vinculada a Falange) como fueron las de los poblados Calvo Sotelo (1954) y Santa Bárbara (1955).

La escalada de precios del CO2 y los impuestos que repercuten en este tipo de plantas industriales hacen inviable, según Endesa, la explotación de la central térmica de carbón en las actuales circunstancias. Ya desde hace varios años, la factoría ha venido regulando su personal. Lograr una transición energética justa es ahora el mayor combustible que mueve al municipio de As Pontes y a las comarcas afectadas.