La emblemática firma coruñesa de procesado y distribución de pescado Isidro de la Cal „renombrada hace dos años como Isidro 1952„ presentó ayer ante la autoridad laboral un expediente de regulación de empleo (ERE) para reducir plantilla "desde la convicción de que en este momento es la única alternativa posible para garantizar la continuidad de la compañía". La empresa acusa una caída "sustancial" de las ventas en este ejercicio „sin cuantificar la cifra„ y soporta una deuda bancaria de 27 millones de euros, una difícil situación financiera a la que la directiva trató de dar solución con la entrada de un fondo de inversión, pero las negociaciones fracasaron en los últimos días y la pesquera ha optado por los despidos. A la espera de la negociación laboral, Isidro 1952 evita concretar cuántos trabajadores estarán afectados por el ERE, pero el comité de empresa estima que pueden correr peligro la mitad de los 225 puestos de trabajo.

La compañía explicó en un comunicado que su objetivo es la "adecuación de su estructura y recursos a las actuales de circunstancias y volúmenes de mercado". "Tenemos que ser menos para ser viables", concluyen fuentes oficiales de la empresa. La antigua Isidro de la Cal facturó 40 millones de euros en 2018, y con 2019 a punto de finalizar las mismas fuentes declinan concretar cuánto ha caído la cifra de negocio, pero avanzan que lo ha hecho de forma notable debido a la "menor demanda de las grandes superficies". Carlos Villar, responsable sindical de Industria de CCOO y asesor del comité de empresa de la planta de Isidro 1952 en el polígono de Espíritu Santo (Cambre), relaciona esta merma de los ingresos con la ruptura del acuerdo comercial que la empresa tenía con Lidl el pasado julio. La pérdida del cliente agravó una situación financiera ya compleja.

La actual directiva, encabezada por Pablo García-Gascó, defiende su gestión y celebra que ha logrado reducir la deuda con los bancos desde los 70 millones a los que ascendía cuando tomó el control de la compañía en 2013 hasta los 27 millones. También explica que siempre ha "priorizado" el pago a los trabajadores (admite retrasos, pero inferiores a un mes) y que ha explorado soluciones con las entidades financieras y los fondos de inversión, pero finalmente ha tenido que tomar la decisión "dolorosa e inevitable" del ajuste de personal, aunque avanza que tratará de "salvar el máximo número de puestos de trabajo" y que habrá opción a prejubilaciones.

La presidenta del comité de empresa, Olga Rodríguez (CIG), admite que la carga de trabajo ha caído pero teme que la intención de la compañía sea aprovechar para "deshacerse" de más personal. "Es posible que sobre algún puesto, pero no la mitad y pensamos que la empresa quiere despedir hasta a la mitad de la plantilla", expone Rodríguez. La representante sindical achaca directamente la presentación del ERE al fracaso de las negociaciones entre la empresa y un fondo de inversión: "La empresa esperaba la entrada de un fondo, pero por lo que nos dijeron el lunes fracasaron las conversaciones y no hubo acuerdo; y ahora presentan el ERE".

La compañía admite el fracaso de la negociación con los fondos y critica las exigencias "leoninas" que a su juicio trataban de imponer estos inversores. "Las condiciones eran bastante agresivas para la empresa y para los trabajadores", explican fuentes oficiales de Isidro 1952, que añaden que la entrada de un fondo "tampoco sería la panacea" para este tipo de empresa, por lo que ha optado por "redimensionar la compañía" ante las "dificultades financieras".

El sindicalista Carlos Villar detalló, a la salida de a primera reunión del comité, que la empresa plantea despidos, rebajas salariales y modificación de los turnos. "Lo que realmente hace falta es un plan de viabilidad serio orientado al mercado", sostiene. Además de en Cambre, Isidro 1952 tiene trabajadores en las bateas de Lorbé y en sus piscifactorías de Valdoviño, Louro y Baio. La empresa y la representación de los trabajadores tienen siete días para constituir la mesa de negociación.