Cualquier inversor se caracteriza, según el riesgo que esté dispuesto a asumir en las operaciones y los rendimientos que espere obtener, dentro de un perfil específico. Generalmente, la clasificación se divide en inversores conservadores, inversores medios e inversores agresivos. Determinar cuál es nuestro perfil es el primer paso, ya que en base al mismo optaremos por unos u otros productos financieros.

Cómo determinar el perfil de un inversor

Un inversor debe ser consciente de sus operaciones y del riesgo que cada una de ellas puede conllevar. De este modo, evitará realizar una operación que sobrepase sus preferencias de riesgo y, en consecuencia, le suponga un posible disgusto.

Ejemplos de los diferentes perfiles

Un ejemplo de perfil conservador es la clásica postura de no querer arriesgar ni un céntimo de nuestro capital. A este tipo de inversores les convienen los fondos de inversiones a tipo fijo. Claro está, la rentabilidad de ese tipo de productos no es nunca espectacular. Se trata de obtener rendimientos continuos, aunque algo exiguos, y de no perder dinero.

Los inversores de alto riesgo o agresivos prefieren contratar productos que tienen una rentabilidad muy alta. De hecho, esa acostumbra a ser la única ventaja de este tipo de productos: el riesgo que se asume es mucho mayor.

Un perfil medio optaría, como su propio nombre indica, por un camino intermedio: una base de productos a tipo fijo que garantizasen dividendos y con cuyos beneficios se pudieran cubrir las posibles pérdidas de algunas operaciones de riesgo bien elegidas.

Cuestiones que determinan su perfil de inversor

La primera cuestión a resolver para saber si se cuenta con un perfil de riesgo es el punto del que se parte. En primer lugar, el inversor deberá definir cuál es su actual situación financiera: sus ahorros presentes y futuros, sus ingresos y gastos, su capacidad real de ahorro y si tiene deudas.

Un segundo punto a considerar es el de las metas que se tienen, siendo además uno de los más importantes. La respuesta a esta cuestión debe ser concreta. Por ejemplo, para determinar un perfil financiero no basta con desear «alcanzar unos altos rendimientos financieros», sino, por ejemplo, «ahorrar 20.000 € en 4 años».

Es esa respuesta concreta en las metas del inversor lo que nos lleva a la siguiente pregunta que debemos hacernos para saber si tenemos o no un perfil de riesgo: el tiempo del que disponemos de cara a nuestro objetivo. Según cual sea la respuesta, podremos valorar como más o menos interesantes unos productos u otros. A partir de aquí, entraría en juego un aspecto fundamental: el nivel de riesgo que el inversor está dispuesto a asumir en el camino.

El nivel de riesgo suele ir de la mano de la capacidad financiera, así como de unos elementos mucho más subjetivos: la tolerancia al riesgo, los conocimientos financieros previos e incluso la personalidad del inversor.

Y es que esta última hará salir a relucir un aspecto de lo más relevante: la necesidad de asesoramiento. Las operativas del mercado se están volviendo cada vez más complejas, al igual que los productos de inversión. Por eso es conveniente valorar la necesidad de asesoramiento, ya que podríamos acabar asumiendo operaciones de riesgo que se escapan de nuestra capacidad financiera o que no deseamos sin darnos cuenta.

El riesgo financiero en el perfil de un inversor

Cada inversor deberá reflexionar sobre el riesgo que está dispuesto a asumir en sus operaciones financieras, siempre con base en sus capacidades. Y ser consciente de que, por muy precavido que se sea, en ocasiones deberán aceptarse ciertas pérdidas. Sin embargo, es posible que la situación financiera de un inversor no sea proporcional al riesgo que está dispuesto a asumir.

Un perfil de riesgo es encajable en casi todo tipo de situaciones financieras, siempre que se realicen operaciones con cierta responsabilidad. Lo cierto es que un producto con alta rentabilidad no debería rechazarse directamente solo por el hecho de implicar algún riesgo; es mejor que el inversor opte por una cartera diversificada, es decir, que cuente con productos de diferentes niveles de riesgo.

Dentro de esta cartera se podrán tener diferentes productos en mayor o menor proporción. Esto es lo que hace que el riesgo financiero se pueda encajar en todo tipo de perfiles. Los perfiles en el mercado de valores pueden ir oscilando. Al valorarse tanto elementos objetivos (por ejemplo productos existentes en el momento) como subjetivos (véase la capacidad financiera), a veces ni uno mismo puede determinar su clasificación exacta.

En conclusión, no hay un perfil absoluto. Si usted se identifica con un perfil conservador, ello no impide que de vez en cuando dedique parte de sus ahorros a un producto más agresivo. Si suele tomar, en cambio, decisiones más agresivas, su perfil también puede fluctuar con el tiempo y acabar por adquirir fondos de inversión de bajo riesgo durante una temporada.