La economía gallega mantendrá, en el peor de los casos, los niveles de facturación y empleo para el ejercicio 2020 pese a encarar un escenario de volatilidad e incertidumbre. Es el pronóstico que han ofrecido a LA OPINIÓN los principales sectores de actividad, que representan más del 60% del Producto Interior Bruto (PIB) de Galicia. Con excepciones relevantes, eso sí, ya que el liderazgo de Inditex, la industria de automoción, el despertar eólico y las empresas biotech —también el turismo, en menor medida— anticipan un año de grandes resultados, de recogida de frutos por sus estrategias de innovación, diversificación de mercados, consolidación de proyectos y apuesta por el valor añadido. Son los pilares a los que también se encomiendan los empresarios más cautos, y más expuestos en algunos casos —pesca, comercio tradicional, sector inmobiliario, construcción naval— a elementos tan diversos como la desconexión de Reino Unido de la Unión Europea (Brexit), la falta de relevo generacional, las medidas del nuevo Gobierno o la escalada de tensión en Oriente Medio. La contracción del comercio exterior, especialmente dada la atonía económica de clientes como Alemania o Francia, forzarán planteamientos para rebajar la dependencia del comprador comunitario.

En el mercado doméstico las dudas no se han disipado por completo: la inestabilidad política era un temor en 2019 y lo es para el ejercicio que acaba de arrancar, dada la excepcionalidad de un Gobierno de coalición y la atomización de la Cámara baja, que limitará la acción legislativa. La vivienda aguarda por las nuevas medidas para el régimen del alquiler, el comercio espera un mensaje unívoco frente a la dispersión de los periodos de descuentos y el incremento progresivo del salario mínimo interprofesional —hasta los 1.200 euros mensuales a fin de legislatura— despierta recelos en buena parte de los sectores. Que tampoco eluden sus propios deberes y se emplazan —los que no lo han hecho ya— a subirse al carro de la plena digitalización, la sostenibilidad, la reorganización de las estructuras empresariales y la coordinación, palanca necesaria frente a un ecosistema minifundista. Cabe destacar la incertidumbre que genera la descarbonización en polos como As Pontes y Meirama o el futuro de las empresas de gran consumo, que exigen un estatuto que rebaje el coste eléctrico.

La comunidad cerró 2019 con más de 1,02 millones de afiliados a la Seguridad Social, lejos todavía de los niveles previos a la doble recesión pero con la menor ratio de desempleo en once años.