La directiva de la firma pesquera coruñesa Isidro 1952 (antigua Isidro de la Cal), en concurso de acreedores, ha comunicado a la representación de sus 223 trabajadores que no enviará las cartas de despido de las 136 bajas previstas en el ERE (expediente de regulación de empleo) ni aplicará la rebaja salarial prevista para el resto de la plantilla. "La responsable de recursos humanos nos ha informado de que la empresa no ejecutará el ERE y que lo deja en manos del administrador concursal", explicó la presidenta del comité de empresa, Olga Rodríguez.

"Es un cierto alivio, aunque todavía no sabemos lo que va a hacer la administración concursal", valora la representante sindical, a la espera de reunirse „previsiblemente esta misma semana„ con al auditor y abogado Ramón Juega Cuesta, designado para administrar la compañía en el proceso concursal.

El Juzgado de lo Mercantil número 1 de A Coruña aprobó la semana pasada la entrada en concurso de acreedores de la pesquera por su situación de "insolvencia", que le impide hacer frente a la voluminosa deuda de más de 70 millones de euros que arrastra. Un tercio de esa cantidad es dinero público que Isidro 1952 le debe a la Xunta, en avales que por el momento no fueron ejecutados y en préstamos participativos, según el cálculo de la Consellería de Economía. Otros 27 millones de euros corresponden a la deuda bancaria y el resto se reparte entre proveedores y otros acreedores de esta firma que en los últimos años se especializó en la elaboración de sushi para grandes cadenas de supermercados.

La compañía que sigue presidiendo Pablo García-Gascó tras el amago de venta a Carlos García Martín (anulada por supuestos incumplimientos del comprador) también debe los salarios desde noviembre.

La crítica situación financiera amenaza la actividad y el empleo en la planta de sushi del polígono de Espíritu Santo (Cambre), principal centro de trabajo, y las piscifactorías y criaderos de Carballo, Baio, Ouro, Valdoviño y Lorbé. La plantilla denuncia la situación de 1,2 millones de besugos que la empresa tiene en cautividad en las jaulas de Sada, que según el testimonio de los trabajadores llevan cuatro meses sin recibir alimentación.