Adriana Ampueda es una de las cuatro trabajadoras despedidas por Extel desde que el Constitucional avalase, en octubre, la extinción de contrato laboral por bajas intermitentes justificadas. La última de ellas, una gripe que le causó fiebre y afonía, "nuestra herramienta de trabajo", hizo que visitara a su médico de cabecera, que le recomendó tres días de reposo. Según Ampueda, el departamento de Recursos Humanos de Extel le exigió que cambiara el parte de reposo „admitido hasta entonces por la firma„ por otro de baja. "Y así fue, volví al médico para que me diera la baja", explica. "Yo no sabía que esto era una jugada de la compañía", añade. Ampueda se "enteró" cuando el 4 de diciembre Extel le comunicó que estaba despedida. "Me sentí decepcionada, no podía creerlo, pero sobre todo burlada" por caer "en una trampa demasiado ruin", declara.

Ampueda asegura que quiere que el "gobierno elimine" el artículo 52.d pero sostiene que no volverá a trabajar en Extel tras siete años en la empresa. Más allá de "las sillas dañadas" o del "incontrolado aire acondicionado" que causa constipados y afonías, "lo peor son las presiones" para cumplir los objetivos con amenazas del tipo "te vamos a echar", "hay gente fuera que quiere tu trabajo" o "la empresa va a cerrar".

La mayoría de los casi 700 empleados de Extel en A Coruña son mujeres y trabajan como teleoperadoras para Movistar con servicios de atención al cliente basados en "ofrecerle, venderle y resolverle", precisa.

Ayer, el comité también demandó la readmisión de los partes de reposo, mejoras en el centro y medidas contra la presión psicológica.