El administrador concursal comunicó ayer al comité de empresa de la emblemática pesquera coruñesa Isidro 1952, antigua Isidro de la Cal, su decisión de decretar el cese total de la actividad y el despido de los noventa trabajadores que quedaron tras el ERE (expediente de regulación de empleo) que el mes pasado dejó en la calle a 122 empleados. La decisión llega después de fracasar las negociaciones con la cadena de distribución Lidl, el último cliente que mantenía la compañía, que ha rechazado incrementar sus pedidos de sushi. El abogado coruñés Ramón Juega „que ejerce de administrador en el proceso concursal de la pesquera„ argumentó ante los trabajadores que no ve posibilidad de conseguir carga de trabajo ni ha recibido ofertas viables para que la empresa siga en funcionamiento, por lo que mantener la plantilla supone engrosar una deuda que supera ya los 72,5 millones de euros. El comité sospecha que hay un inversor interesado en comprar la firma libre de cargas laborales.

"Nosotros pensamos que hay un comprador", afirma la presidenta del comité de empresa de Isidro 1952, Olga Rodríguez. Por eso, la representación de los trabajadores pide que los empleados que ahora serán despedidos tengan prioridad para ser contratados de nuevo en el futuro si la empresa se reflota. Esta medida, sobre la que Juega mostró ayer su disconformidad, es la condición que el comité pone para cerrar el expediente extintivo con acuerdo. "El administrador quería presentar el ERE mañana [por hoy] mismo y acordamos esperar hasta el viernes", señala Rodríguez. En este breve plazo los trabajadores decidirán si firman o no el documento, pero los despidos se ejecutarán igualmente, previa autorización del Juzgado de lo Mercantil número 1 de A Coruña.

"No llegamos aún a ningún acuerdo. No sabemos si vamos a firmar el ERE, pero no hay solución", lamenta Olga Rodríguez. La representante sindical admite que sería "una gran sorpresa" que la administración concursal acceda a su petición de vincular la aceptación de los despidos a la obligación de readmisión por parte de un hipotético comprador. Así las cosas, Rodríguez manifiesta su "desconfianza" sobre el proceso concursal y sospecha de la existencia de "un empresario que quiera comprar la compañía libre de cargas laborales".

Los trabajadores cuentan ya con reclamar al Fondo de Garantía Salarial (Fogasa) los tres meses y medio de sueldo que llevan sin cobrar, así como sus finiquitos. La mayor parte de la plantilla se dedica a la elaboración de sushi en la planta de Espíritu Santo (Cambre), para cuya modernización recibió cuantiosos fondos públicos. La directiva encabezada por Pablo García-Gascó tomó el timón de Isidro de la Cal en 2013 „entonces ya arrastraba una gran deuda„ y trató de reorientar el negocio pasando de ser un mayorista de pescado tradicional a un proveedor especializado en bandejas de sushi y raciones fileteadas. Isidro 1952, como pasó a llamarse la empresa hace dos años, tiene también un criadero de besugo y rodaballo situado en Lorbé (Oleiros), que ha recibido una oferta de compra por parte de Nueva Pescanova, y viveros de trucha Carballo, Ouro, Baio y Valdoviño, por los que se ha interesado una empresa de Vigo.

La pesquera coruñesa lleva años arrastrando una situación financiera delicada. La ruptura del acuerdo comercial con Lidl el año pasado dio el golpe de gracia a la firma, que no logró refinanciar sus deudas ni llegó a acuerdos con los fondos de inversión con los que negoció. Lidl era el gran cliente y le compraba 30.000 bandejas de sushi diarias, un nivel de pedidos que en los últimos tiempos bajó a 2.000. En los últimos meses, la empresa no tenía ya ningún otro supermercado al que proveer y los trabajadores empezaron a ir al trabajo en días alternos y sin cobrar.

Ante la ausencia de ingresos, el despido de la plantilla frenará la deuda, estimada en 72,5 millones. Los principales acreedores son los bancos (27 millones) y la Xunta (23 millones). "Las cuentas ya se sabe que son malísimas. Ahora los perjudicados somos los trabajadores", afirma Rodríguez.