En ningún perfil de Manuel Jove, fallecido esta madrugada en A Coruña a los 78 añosManuel Jove, falta la expresión "hecho a sí mismo", la descripción de su carácter como "típicamente galaico" o la referencia a su "origen humilde". Sin embargo, el rotundo embajador del ladrillo coruñés era también un gran defensor de su ciudad —de la que nunca quiso moverse—, un precursor que llevó a Fadesa a África y Europa del Este y un padre golpeado por la muerte de su hija mayor y mano derecha, María José, a los 37 años, que le llevó a constituir la Fundación María José Jove en favor de la infancia y la inclusión de personas con discapacidad.

Detalles humanos se mezclan con cifras de expansión en la trayectoria de Manuel Jove. Empezó a trabajar a los 11 años en el taller de carpintería de su padre y, superados los 65, multiplicó su presencia en bancos y sociedades, asistió a la creación de una fundación para la infancia con el nombre de su primogénita y promovió la presencia de su constructora en actividades tan ajenas al ladrillo como el Festival de la Ópera de A Coruña.

El despegue de la gran Fadesa, la marca de la casa de muchos coruñeses, fue tardío. Hasta 1993, Jove no cruzó los Ancares para empezar a construir fuera de Galicia. El gran salto —el de las ciudades de vacaciones en Marruecos— se demoró.

Manuel Jove apareció en 2005 por primera vez en la revista Forbes. Su inclusión en la lista de los hombres más ricos del mundo no cambió al creador de Fadesa que, fiel a su formación de ebanista, disfrutaba a pie de obra y mantenía un trato cordial y cercano con sus trabajadores.

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Muere el empresario Manuel Jove, una de las mayores fortunas de Galicia

El empresario llegó a amasar una fortuna estimada de 2.700 millones, reducida a 1.600 millones según los datos más recientes con que Forbes elabora su clasificación, en la que Jove ocupaba el puesto 16. Su patrimonio se entreveía en la magnitud de sus inversiones o en su avión privado, en el aeropuerto de Alvedro, y pasaba desapercibido cuando tallaba en madera, una de sus aficiones favoritas. En su vivienda, había montado un pequeño taller de carpintería al que acudía los fines de semana para dedicar su tiempo a la artesanía de la madera, con la elaboración de mobiliario.

Con la venta de Fadesa al empresario Fernando Martín, Manuel Jove, poco dado a dejarse ver en los medios de comunicación, protagonizó una de las mayores operaciones empresariales en España, en pleno boom del ladrillo, y se apartó un poco más de los focos de la atención pública. Lo que vino poco después, ya con el pinchazo inmobiliario y con Jove fuera de la inmobiliaria, fue la mayor suspensión de pagos en la historia de España.

Jove se refugió en sus inversiones en Inveravante, un holding empresarial desde el que seguía invirtiendo también en el mercado inmobiliario y la promoción de viviendas, pero también en el sector energético y el del vino. También en su afición al arte, con una destacada colección de obras que cedió a la fundación a la que dio el nombre de su hija mayor.