Los clavos de Manuel Jove estaban fuertemente hincados en A Coruña, ciudad que lo vio nacer y donde comenzó a trabajar en la carpintería de su padre a los 11 años. Desde A Coruña construyó su imperio A Coruñaimperio sin necesidad de hacer las maletas. Y en A Coruña y en su comarca fue dejando su huellaA Coruñacomarca , con protagonismo, a veces silente, en buena parte de los capítulos del desarrollo socioeconómico y urbanístico coruñés de las últimas tres décadas: la expansión residencial del área metropolitana, el despertar y el frenesí del ladrillo en la ciudad en el cambio de siglo, el bum de los hoteles y de los centros comerciales y hasta la última era dorada del Deportivo.

Las primeras picas las puso en la comarca, como los pisos en la playa de Santa Cristina que levantó con Edicosa, uno de sus proyectos empresariales fallidos pre Fadesa, firma que nace en A Coruña con la década de los ochenta pero que explota en los albores de los noventa. Promociones como la urbanización de Os Regos (1990) y la construcción de mil viviendas protegidas en A Barcala (1993) fueron la pista de despegue de un crecimiento exponencial que acabó por convertir a la empresa en la que más riqueza generaba de Galicia.

Desde entonces y hasta su venta, Fadesa levantó edificios por todos los distritos de A Coruña y en los nuevos polígonos residenciales. Desde Os Rosales, donde Francisco Vázquez puso la primera piedra en 1992, a Novo Mesoiro, el último barrio completo de nueva creación, que comenzó a ocuparse en 2006, el mismo año de la venta de la firma a Fernando Martín y dos años antes del mayor concurso de acreedores de la historia de España.

Jove construyó antes y después del plan general de 1998, año en el que A Coruña vivió uno de los episodios más desastrosos de su historia urbanística reciente: la reforma de la antigua sede de Fenosa durante el Gobierno vazquista. Sobre el edificio de Fernando Macías pendió una orden de derribo dictada por el Tribunal Supremo durante diez años hasta que una inédita fórmula de mediación salvó al Ayuntamiento en 2019 de asumir las millonarias consecuencias de una licencia ilegal concedida en 1997 a Fadesa y que, según los expedientes, hubieran supuesto la práctica quiebra de las arcas municipales.

Las mieles del sector urbanístico propiciaron inyecciones económicas de Jove a proyectos de la ciudad, como el Festival de la Ópera o el Dépor. Con el logo de Fadesa sobre rayas azules y blancas, el club añadía a sus vitrinas su segunda copa y disfrutaba de sus mejores noches europeas. Al tiempo, nacía en 2003 la fundación dedicada a la infancia, la diversidad y el arte que llevaba el nombre de su hija María José Jove, fallecida a los 37 años solo meses antes.

En la coda del esplendor inmobiliario, Jove diversificó su actividad en la ciudad, en solitario y en compañía. Es el caso de su apuesta hotelera en Matogrande, un establecimiento inaugurado en 2004 y promovido paralelamente otros proyectos capitales de esta línea de negocio como la célebre urbanización marbellí de Guadalmina.

Tras la venta de Fadesa, dos fueron sus iniciativas claves en A Coruña: un centro comercial y un parque industrial. En 2011, cuando la crisis ya era un tsunami, nacía en la carretera de Baños de Arteixo Marineda City, en una de las múltiples bolsas de suelo, urbanizables o no, que adquirió durante décadas para la futura gestión y construcción de proyectos inmobiliarios. El centro comercial era el mayor de los abiertos aquellos años: el desaparecido Dolce Vita, el reconvertido centro de ocio del puerto, el cerrado Papagayo y Espacio Coruña.

Fue promovido por él y otros dos compañeros de viaje, los empresarios José Souto y José Collazo, un gigante de 400 millones de euros que se comió a sus competidores y que vendieron en 2014 en un movimiento que calificaron como "la mayor operación comercial de los últimos años".

Vío fue la otra apuesta, tras ganar una concesión municipal. Sin embargo, en el polígono solo se llegó a instalar Caramelo, propiedad del mismo Jove. La textil fue liquidada en 2016. El parque sigue vacío a pesar de que el Concello y el Puerto intentaron darle aire al declararlo, durante el Gobierno de Carlos Negreira, zona logística asociada al puerto exterior.