He de remontarme a principios de los años 90 del pasado siglo cuando, siendo director xeral del Instituto Galego da Vivenda, tuve el privilegio de conocer personalmente a Manuel Jove, un empresario luchador como pocos que, en un momento difícil para el sector inmobiliario, deseaba ser un agente relevante en el desarrollo de los planes de vivienda impulsados por el Gobierno de España y la Xunta de Galicia. Con gran visión empresarial y un empuje extraordinario, inició la promoción de miles de viviendas de protección oficial que dieron respuesta a las necesidades habitacionales de miles de familias, fundamentalmente jóvenes.

Su carácter abierto, respetuoso y afable propició que lo que nació como una estricta relación institucional acabara convirtiéndose con el paso de los años en una gratificante relación personal.

Con el paso del tiempo, apoyándose en su gran conocimiento del sector y en un magnífico equipo profesional, lideró el gran proyecto de Fadesa, que le convirtió en un empresario de referencia a nivel internacional, y cuya venta le permitió iniciar una nueva etapa profesional diversificando su actividad inversora con la creación del Grupo Inveravante.

Empresario de raza, tuvo que superar durísimos momentos en su vida, pero ninguno comparable al fallecimiento de su hija María José en el año 2002, a pesar del cual nunca dejó de liderar día a día el proyecto que había creado, cosa que hizo hasta el último momento de su vida a pesar de estar luchando contra una grave enfermedad.

En el año 2014, veinte años después de mi etapa en el Instituto da Vivenda, en una demostración de amistad y confianza en mi persona, Manuel Jove me incorporó como consejero independiente al grupo Inveravante, posición desde la que he tenido el privilegio de comprobar su carácter emprendedor, su inteligencia natural, su total entrega y gran compromiso social, traducido no solamente en la creación de riqueza y empleo sino también en la impresionante labor llevada a cabo a través de la Fundación María José Jove, especialmente orientada a los problemas de la infancia y las personas en riesgo de exclusión social.

En su actividad empresarial siempre tuvo un gran sentido institucional, impulsando la creación y apoyando la actividad de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de A Coruña, y formando parte del pleno de la Cámara de Comercio de A Coruña que tengo el honor de presidir.

Manuel Jove poseía las cualidades del líder extraordinario: humildad y determinación. Dueño de sus palabras y siempre responsable de sus actos, ha dejado una profunda huella en todos los que hemos tenido el privilegio de gozar de su amistad. Gran empresario y mejor persona, estará siempre presente en nuestro recuerdo.