España fue uno de los diez estados europeos donde bajó el precio de la electricidad en 2019. El recibo para los hogares se abarató el 3,4% interanual en la segunda mitad del año, según la oficina estadística de la Unión Europea (Eurostat). Aún así, el país sigue a la cabeza de Europa en los costes energéticos que soportan los consumidores domésticos, solo por detrás de Alemania en el caso de los eléctricos. Eurostat compara los precios en términos nominales y también considerando el poder adquisitivo de las familias. Con arreglo a este último parámetro, el precio de 100 kilovatios consumidos en España fue en 2019 de 26,2 euros, el segundo más alto entre los 28 estados de la Unión y un 21% más caro que el promedio de todos ellos.

Alemania (26,8 euros) es el lugar con la electricidad más cara para los hogares, fruto de una singularidad de su política energética: las familias pagan precios superiores a la media europea, mientras que la industria, bonificada con amplias exenciones en ciertos capítulos de la tarifa, dispone de costes más competitivos. Como contrapartida, los hogares alemanes pagan uno de los precios más asequibles por el gas natural (5,5 euros por cada 100 kilovatios), inferior además en un 51% al que abonan las familias españolas (11,2). El bajo precio del gas natural en los mercados internacionales fue precisamente el factor que explicó principalmente el abaratamiento de la electricidad en España durante 2019, ejercicio marcado por la moderación de la demanda. El gas se abarató para los productores que disponen de centrales eléctricas de ciclo combinado, tecnología que determina los precios en el llamado mercado mayorista. Según la información de Eurostat, los europeos que menos pagan por la luz son los finlandeses, luxemburgueses y franceses. Finlandia tiene un mix energético con presencia de energía nuclear y renovables. Luxemburgo depende bastante de importaciones de Alemania y Francia (posee el mayor número de reactores atómicos de la UE).