La cicatriz de la pandemia será tan indisimulada en algunos sectores, y para algunas empresas, que no tendrán sentido las comparaciones anuales de resultados. Los balances aprobados el pasado ejercicio, y relativos a 2018, serán los penúltimos que el coronavirus no haya manchado; una fotografía de cómo crecían muchas actividades antes del brote, y cuál era su estado de salud. En el caso de la de mar-industria, muestra un punto de partida más que positivo: según la base de datos del Ardán 2020, elaborada por el Consorcio de Zona Franca de Vigo, las principales empresas partícipes de esta cadena de valor -desde la extracción, la elaboración o la comercialización al por mayor- sumaron un volumen de facturación de 10.157 millones de euros ese año. Esta industria, ni en los mejores tiempos de la vieja Pescanova, no había alcanzado nunca una cota semejante de cifra de negocios. La información de Ardán hace referencia a las principales magnitudes de cada sociedad individual, no recoge los resultados consolidados de filiales extranjeras que son, en muchos casos, el gran pulmón de las pesqueras.

En comparación con las cifras obtenidas en 2017, estas compañías cosecharon un incremento de casi el 10% en sus ingresos, con un alza conjunta de cerca de 830 millones de euros. El ejercicio analizado es el de la consolidación de algunos de los proyectos más singulares, como los protagonizados por Iberconsa, Frinsa, Pescapuerta, Fandicosta o Wofco, con operaciones orgánicas e inorgánicas. El de esta última compañía fue un ascenso meteórico, tras haber doblado la facturación; partía en 2017 de unas ventas inferiores a los 49 millones, y en 2019 ya superó el umbral de los 100 millones de euros, indicaron fuentes próximas a la pesquera. En el caso de Iberconsa, para este año analizado por Ardán, fue cuando dio un salto notable en capacidad extractiva e industrial, con la incorporación de casi una docena de buques y la integración de las argentinas Pesquera Santa Cruz o Valastro. Ha iniciado la construcción ya de dos de los tres tangoneros adjudicados a Armón, como avanzó LA OPINIÓN. Fandicosta, por ejemplo, cumplió en ese 2018 su milagro tras el incendio, del que acaban de cumplirse cuatro años.

El impacto del Covid es incierto en algunas áreas, a la expectativa sobre todo de con qué fuerza se puedan recuperar segmentos como el canal horeca (hostelería y restauración). En productos como el espada, la tintorera o el pulpo la cuota de ventas en bares y eventos festivos multitudinarios, en stand by por la pandemia, es muy acusada.

El sector, a excepción de flotas de litoral por los bajos precios, no cesó su actividad en ningún momento y compensó el apagón del horeca con una mayor penetración en el exterior y la facturación en retail (al por menor, en los súper). Por eso fue una de las escasas actividades donde resistió el empleo, que también aumentó en 2018. A cierre de este ejercicio -y solo con las empresas domiciliadas en Galicia, sin filiales- la cadena mar-industria contaba con cerca de 20.300 trabajadores, frente a los 19.432 del año precedente. En este capítulo mandan las conserveras, que copan el ranking de mayores plantillas: Frinsa, Jealsa, Bolton Food España (Garavilla), Calvo, Escurís e Ignacio González Montes están en el top 10.

Las empresas seleccionadas a raíz de esta base de datos se dedican a la pesca marítima, transformación, conserva y comercio al por mayor. Pese al minifundismo de la industria, al todavía incipiente proceso de consolidación en la pesca y al ya consumado en las cadenas de distribución, el ecosistema actual es más grande: hay más de un millar de compañías con ventas superiores a los 245.000 euros, de ahí que la facturación no alcance un promedio de diez millones.