Los principales ejecutivos españoles del sector energético confluyeron ayer en que la transición hacia una economía descarbonizada es una oportunidad para la reconstrucción y un reto por el que España y Europa deben apostar. Pero hubo algunas diferencias más que de matiz en algunos análisis. Mientras Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, y José Bogás, consejero delegado de Endesa, hablaron casi con vehemencia de acelerar la referida transición, Antonio Brufau, responsable de la petrolera Repsol, puso el foco sobre el impacto en la industria presente y salió en su defensa.

"Debemos crear industria nueva, pero sumándola a la actual, en vez de sustituir la que hay cuando más la necesitamos. Nuestra industria actual constituye uno de nuestros principales valores estratégicos: paga mayores salarios, tiene empleo más estable y mayor capacidad exportadora que otros sectores...", expuso el presidente de una multinacional española .

El discurso de Brufau está alineado con la preocupación que el proceso de descarbonización ha creado por los riesgos para las industrias tradicionales como la siderurgia y los cierres de térmicas, que el directivo no cuestionó. Aunque previno: "Puede parecernos que las emisiones de CO2 han bajado con la crisis sanitaria, pero están subiendo con la reactivación económica de Asia. China y toda Asia seguirán aumentándolas mientras los americanos y nosotros las reducimos, y ello porque hemos basado parte de nuestra reducción en la deslocalización de la industria hacia allí". Y manifestó en otro momento de la intervención: "Para que se hagan una idea: se están construyendo en China plantas de carbón con una capacidad de emisiones superior a la de todas las que estamos desmantelando en Europa".