Con la movilidad limitada al máximo para contener la propagación del coronavirus, los dos meses más duros del confinamiento dejaron en Galicia una caída histórica de la producción industrial. En marzo, todavía con una quincena hábil, fue del 7,1% y del 43% en abril, la mayor en toda España, cuando se dio un paso más para frenar los desplazamientos aprovechando los festivos de la Semana Santa. Nunca antes se había registrado un desplome así de la actividad. El que más se le parece se remonta a abril de 2009. Y entonces fue del 29,7%. Si no hay rebrotes tan graves en la pandemia como para tener que decretar de nuevo un confinamiento masivo, la recuperación, como coinciden los economistas, tardará muchísimo menos en llegar. La industria gallega llegó a acumular dos tandas de 16 y 22 meses consecutivos en números rojos en la primera y la segunda recesión pasadas. Tuvo que transcurrir más de una década para acariciar los niveles de la anterior etapa de bonanza. La facturación de la industria de la comunidad alcanzó los 31.417 millones en 2019, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y su homólogo en Galicia, el IGE. Es un 1,6% más que el ejercicio anterior y un 2,9% de alza entre las ramas manufactureras, que en el conjunto del país elevaron su negocio un 1,3%.

Con 2019 iban tres años seguidos de incremento en el negocio industrial de Galicia, coincidiendo con el fin de la segunda oleada de la crisis y la recuperación de la economía. Es el volumen de facturación más alto en los últimos 11 años, aunque aún ligeramente por debajo -572 millones menos- del máximo registrado en 2008 con cerca de 32.000 millones.

La situación es otra en sector energético, que afecta especialmente a la provincia de A Coruña. El pasado ejercicio, la producción de electricidad con carbón se desplomó un 76% y pasó a ser la quinta tecnología del mix gallego. Por primera vez el liderazgo fue de la eólica: 35% del total. La evolución del negocio energético no es ninguna sorpresa porque el comportamiento de la producción anticipó ya una importante caída durante 2019. La comunidad generó un 20% menos de electricidad por el mínimo de operación de las centrales térmicas y la caída del consumo (9%) a causa sobre todo de la crisis de las electrointensivas (Alcoa, Alu Ibérica, Ferroatlántica...). Las ventas del sector bajaron en esa misma línea, un 19,3%, hasta los 1.490 millones de euros. Es el menor importe de los últimos cinco años y deja a la energía con menos del 5% del negocio industrial gallego.

La alimentación consolida el liderazgo que arrebató al material de transporte en plena crisis. En su caso, con un nuevo récord de ventas: 7.799 millones de euros, lo que supone una subida del 6,6% en comparación con 2018. La actividad concentra ya una cuarta parte del sector industrial de Galicia, impulsada por la enorme apuesta de sus empresas por la innovación de productos y procesos y la expansión del negocio exterior, buena parte de él resistente incluso en estos meses del Covid-19.

El segundo pilar de la industria gallega, la fabricación de material de transporte, protagoniza el mayor incremento del negocio el año pasado: un 7,8%.

El textil factura un 4% más

Textil y confección sumaron 1.391 millones de euros en ventas, un 4% más. La industria de reparación e instalación de maquinaria y equipo incrementó la facturación en Galicia un 3,6%, hasta los 959 millones; y la madera y el corcho se quedaron alrededor de los 900 millones tras un retroceso del 1,3%. Entre el resto de grandes ramas de la industria gallega destacan dos por comportamientos muy diferentes. Mientras el papel, artes gráficas y reproducción de soportes grabados sufrió una caída superior al 11%, los fabricantes de muebles y el resto de las manufacturas elevaron sus ventas el 7,2%.

Además del cambio de papeles en los puestos altos entre la industria agroalimentaria y la automoción, la transformación del sector en Galicia desde los máximos de 2008 provoca una mayor concentración en esas dos grandes ramas. Ahora aglutinan prácticamente la mitad de todo el negocio. La mejora de las cifras de facturación, sin embargo, no lleva al sector a acercarse al objetivo que la Xunta tenía para este año de recolocar a la industria manufacturera en el 20% del PIB. Cerró 2019 en el 11,9%. Con el resto de actividades industriales, su peso se sitúa en el 15,5%.