Llueve sobre mojado en las colas del paro tras la tormenta del coronavirus. Mientras más de uno todavía no se había librado de la losa de la crisis financiera, el virus ha echado otro capazo de tierra sobre sus espaldas. Es el caso de los gallegos mayores de 50 años, que en 2009 sumaban 27.600 desempleados y ahora alcanzan los 44.500. Esto es, casi 17.000 parados más en la comunidad gallega (+61%) entre la doble recesión y la pandemia.

Las personas mayores de 50 años, al igual que los jóvenes, todavía concentran tasas de desempleo por encima de las que existían antes de la burbuja. En Galicia, el porcentaje de desempleados que pertenecen a este colectivo en 2020 (10,6%) es dos puntos superior al registrado en 2009 (8,6%) cuando en el conjunto de gallegos baja cuatro décimas. Si muchos de ellos no habían conocido hasta hace una década otra cosa que no fuera el trabajo, una buena parte no ha sufrido otra cosa que el paro desde la anterior crisis económica. Una realidad que fundaciones, empresarios y sindicatos auguran a peor, pues alertan de que los sénior pueden ser los grandes damnificados, como ya lo fueron en el 2008, de la cascada de expedientes de despido (EREs) que pronostican para finales del presente año.

El paro, especialmente entre los colectivos más senior, tiene un suelo especialmente pegadizo. "Una persona de más de 50 años que sale del mercado laboral y tarda más de un año en encontrar trabajo resulta proclive a entrar en uno de esos bucles que minan la autoestima. Lo peor que puedes hacer en ese caso es decirte a ti mismo que no sirves para nada", explica la secretaria de Emprego de CCOO en Galicia, Maica Bouza.

Cuatro de cada diez parados de más de 50 años son desempleados de larga duración; una realidad que se ha duplicado desde la anterior crisis "por la persistencia de estereotipos negativos sobre las personas de más edad al considerarlos menos productivos, menos flexibles y, sobre todo, más caros", sostiene Bouza. Se trata de "una condena" que se intensifica con los años, tal como constatan los datos de un informe de la consultora Adecco publicado la pasada semana. El 75% de los parados de más de 55 años afirma que no cree que volverá a encontrar trabajo nunca más.

"Un país con sentido común no puede considerarte joven con 35 años y viejo con 50, justo cuando alcanzas la plenitud laboral en base al conocimiento y a la experiencia adquiridos", afirma la secretaria de Emprego de CCOO. "Son virtudes que debemos valorar si queremos progresar como país", añade.

"La discriminación por edad es un contrasentido, ¿cómo vamos a mantener una economía sostenible si cada vez hay menos jóvenes y la gente vive más años?", se pregunta el presidente ejecutivo de Grup Numintec, José María Torres, empresa dedicada a la consultoría de servicios de telecomunicaciones. Este empresario, veterano activista por el derecho a la segunda oportunidad y a la reinserción laboral, impulsa la campaña #NoALaDiscriminacionPorEdad. El motivo por el que justifica esta iniciativa es que "son los estereotipos, y no la supuesta falta de habilidades o capacidad de adaptación, el principal freno de los sénior". Para combatirlos, Torres aboga también por instalar sistemas de reclutamiento basados en los currículos ciegos. De igual manera, reclama al Gobierno incentivos especiales para la contratación de los parados de más edad y una mayor inversión en la formación continua de los ya en activo.

A Fabio, psicólogo y administrador de finanzas de 51 años, se le acabó hace un par de meses el contrato que tenía en una lavandería. "El riesgo de contagio era alto, pero necesitaba pagar el alquiler, deudas? Afortunadamente no me contagié", cuenta. Desde entonces, para este sénior su trabajo es buscar trabajo. Ocho horas al día escudriña la pantalla de su portátil en busca del siguiente balón de oxígeno que le permita una cierta estabilidad. "Yo lo que quiero es trabajar, no que me miren como un número", asegura.

Lo que salga

"Hasta ahora, nunca había tenido la necesidad de buscar trabajo", cuenta Juan Francisco, de 52 años. Y ahora, tras cuatro meses en busca de empleo, bucea por más de 10 plataformas con el propósito de reengancharse al mercado. Primero se remitía a aquellas ofertas que encajaban con su experiencia, aunque ahora ha extendido el abanico a lo que salga. Precisamente uno de los efectos de esta situación tiene que ver con el aumento de la temporalidad entre los mayores de 50 años. El empleo gallego cuenta con 81.000 trabajadores sénior más que en 2009, al pasar de 292.900 a los 373.900 actuales. "La crisis también provocó un incremento de la participación de este colectivo en el mercado laboral (+27,7%), pero el aumento es mayor en el empleo a tiempo parcial (49%) que en el empleo a tiempo completo (25%)", asegura Maica Bouza.

Juan Francisco también se plantea reciclar sus más de dos décadas de experiencia como electricista autónomo, aunque el camino del emprendimiento, según Rafael Granados, presidente de ATA Galicia, no está exento de "obstáculos cada vez mayores". "Muchos mayores de 45 años que perdieron su trabajo en la anterior crisis encontraron acomodo en el autoempleo, pero ahora es más difícil engancharse al mercado laboral por esta vía. Los autónomos son uno de los colectivos más sacudidos por el coronavirus y la caída puede ser brutal en los próximos meses si no se reactiva el consumo", precisa.