Las alarmas ya se están agotando de tanto sonar en el sector autónomo gallego. Salvo algunos altibajos, las cifras de cotizantes bajan de forma constante desde que se recuperaron en 2014. La pandemia, sin embargo, ha apagado todo anhelo de un posible repunte a lo largo de 2020. Los efectos de la crisis sanitaria se están cebando con los trabajadores por cuenta propia, que encaran el verano con el mayor descenso de afiliados al régimen especial en la última década. Según los datos a último día de mes del Instituto Galego de Estatística (IGE), más de 4.000 empleos de este sector desaparecieron entre junio de este año y del anterior. Y la situación, según la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), irá a peor, ya que vaticinan que antes de que finalice el año desaparecerá el 10% de los comercios gallegos si no se toman medidas.

Los que mantienen su negocio activo extreman las precauciones y viven con la incertidumbre de no saber si podrán trabajar en los próximos meses. "Esa situación está afectado a todo el mundo, pero no afecta a todos por igual. La peor parte se la lleva la gente que estaba empezando con su negocio porque en ese caso es muy difícil remontar", considera el coruñés Fernando Eiroa, propietario de una óptica. En su caso, la trayectoria de décadas del negocio familiar afianza "una clientela estable" , valora, aunque el Covid-19 también deja huella en su facturación. "La venta de gafas de sol ha tenido una merma importante", señala, un hecho que atribuye principalmente a la menor de afluencia de turistas, además de la bajada general de consumo de la clientela local.

No solo las ventas se resienten en la era del coronavirus, sino que aumenta la carga de trabajo, los tiempos de los procesos y, por tanto, los costes, de la mayor parte de las actividades profesionales. En caso el caso de esta óptica, la venta de lentes graduadas se mantiene, con unos protocolos de higiene mucho más estrictos. "Los guantes, el desinfectante, los trapos, la fregona... han pasado elementos constantes en nuestro trabajo, además de la mascarilla y la distancia", menciona Eiroa. "La asepsia es total en el gabinete y mantenemos las máximas medidas higiénicas", insiste, consciente de que de ello depende la supervivencia de su negocio.

La caída de cotizantes autónomos en un año fue del 2%, al pasar de los 211.494 a cierre de junio de 2019 a los 207.482 actuales. Pero las cifras que manejan desde UPTA tras la publicación de las afiliaciones medias de julio son peores y sitúan el diferencial en 7.044 autónomos menos entre los dos primeros meses de verano. "Es una caída del 3,5%, que es muy significativa si tenemos en cuenta que en Galicia hay esos más de 200.000", apunta el presidente de UPTA, Eduardo Abad.

Y es que pese a que en julio se dio un pequeño repunte en las afiliaciones de trabajadores por cuenta propia respecto a junio, el alza "es prácticamente insignificante en comparación con el año anterior". En la comunidad gallega, y según los datos de afiliación media desvelados a comienzos de semana, el aumento fue de 962 trabajadores autónomos, apuntan desde UPTA.

La realidad que viven los autónomos no dista mucho de la que viven las grandes industrias de la comunidad. La incertidumbre, común para cualquier tiempo de empresa ante la serie de rebrotes que están emergiendo en diferentes puntos de la península, se une al estancamiento del turismo, motor para estos meses del año, y a la fuerte caída del consumo. Si grandes firmas ven retrasados sus proyectos, también los autónomos. El verano solían ser la época de más ingresos de Ricardo Docobo, que regenta una tienda de souvenires: "La falta de turismo extranjero ha sido radical. Nuestra facturación ha caído entre un 80% y un 90%", lamenta este comerciante, que teme que la situación empeore en los meses de septiembre y octubre. "Los autónomos que tiene empleados están en una situación muy complicada y los han mandando a un ERTE tampoco pueden cerrar sus negocios", apostilla.

"La incertidumbre es muy grande", afirma Docobo, con la esperanza de que el Xacobeo de 2021 de algo de oxígeno a la economía gallega. "Aunque seas ateo hay que rezar", apunta.

La UPTA alerta de un necesario "un plan de choque" en el sector al percibir que la nueva prestación por cese de actividad del Gobierno no funcionó -solo tres de cada cien autónomos gallegos se acogieron- y de cara a cortar la hemorragia de cotizantes. Los autónomos consultados tienen claro que lo principal es ser reconocidos como lo que son, una parte importante del escenario laboral de la comunidad para, a partir de ahí, implementar las medidas necesarias. Los trabajadores por cuenta propia demandan una cuerda mientras se ahogan en un 2020 marcado por la pandemia. Las cifras a final de año desvelarán si esa ayuda llegó.