Galicia es la comunidad donde menos ha caído la recaudación fiscal durante la primera ola del coronavirus si exceptuamos a Navarra, con potestad para establecer y regular su régimen tributario. Los ingresos gallegos de la Agencia Tributaria en los primeros siete meses del año (de enero a julio) son un 3,3% menores a los del mismo periodo del año anterior, pero la caída es notablemente inferior -casi nueve puntos- a la registrada de media en España.

Como la crisis del coronavirus no tiene precedentes, cada señal que envía la economía tiene mucho valor. Aunque la Agencia Tributaria asegura que en los últimos meses se notan "mejoras" en los principales impuestos "que responden más inmediatamente al comportamiento de la actividad económica" tras el mínimo registrado en la etapa más dura del parón, los ingresos en España acumulan hasta julio una caída del 12%.

Sin embargo, en Galicia el descenso de la recaudación es sensiblemente inferior. Hasta julio la Agencia Tributaria obtuvo en la comunidad unos ingresos de 3.760,86 millones de euros frente a los 3.888,52 registrados el año anterior. La caída, de 127,66 millones, equivale al 3,3%, la más baja entre las comunidades del régimen común. Le siguen Extremadura (4,4%), Murcia (5,7%) y Asturias (7,2%), mientras que en buena parte de las comunidades la tasa de caída fue de dos dígitos. Los mayores descensos de recaudación se registraron en Cantabria (66,9%), Baleares (22%), Cataluña (18,7%), Castilla-La Mancha (13,8%) y Canarias (13,2%).

El peso que tienen en Galicia los sectores considerados esenciales durante la pandemia (sobre todo el agroalimentario) hizo que durante el estado de alarma por coronavirus buena parte de la actividad autonómica no se detuviera. Además, sectores muy castigados por la pandemia como el turismo tienen en Galicia un peso más reducido y a partir de mayo, cuando se empezaron a levantar las restricciones de circulación, registró un buen comportamiento por el tirón de la comunidad gallega como destino atractivo por su calidad ambiental y su menor incidencia de la pandemia.

Desde la Agencia Tributaria se destaca que julio -último mes del que se tienen datos oficiales- es significativo para la recaudación del año porque en él se contabilizan, además de las declaraciones mensuales habituales, las declaraciones del segundo trimestre de las pymes (retenciones del trabajo, pagos fraccionados e IVA) y el primer plazo de los ingresos de la declaración anual del IRPF (que liquidó el impuesto del ejercicio 2019). "Están las figuras que responden más inmediatamente al comportamiento de la actividad económica y cuyos ingresos, aunque todavía se encuentren en tasas negativas, han mejorado en los últimos meses tras el mínimo de mayo (que se correspondían con los devengos de abril, mes de confinamiento completo). Es el caso de las retenciones del trabajo de las Grandes Empresas y del Impuesto sobre Hidrocarburos, pero también del Impuesto sobre la Electricidad, o (con un mes de retraso) del IVA bruto de las declaraciones mensuales", señala el último informe mensual de la Agencia Tributaria, que añade que "por otro lado, están los ingresos de las pymes del segundo trimestre que son un reflejo de lo ocurrido entre abril y junio (prácticamente todo el periodo del estado de alarma), lo que explica su fuerte descenso. Y, por último, están los factores positivos que compensan parcialmente las pérdidas anteriores y que proceden de tres fuentes: el crecimiento que muestran las retenciones ligadas a la rentas públicas (salarios de las administraciones y pensiones); los buenos resultados de la cuota anual del IRPF; y la recaudación derivada de las medidas sobre aplazamientos y liquidaciones implementadas en marzo y abril".