La vida es una gran aventura hacia la luz, escribió el poeta Paul Claudel, y la compañía coruñesa Genesal Energy trabaja en más de 30 países para que no falte en los hospitales, los aeropuertos o los territorios asolados por los huracanes. Julio Arca es el consejero ejecutivo y director de Planificación Estratégica y Finanzas de una empresa que "diseña, fabrica y distribuye grupos electrógenos de alta precisión y a la carta" para todo tipo de escenarios y clientes: desde el Estadio de Riazor o el Hospital Álvaro Cunqueiro a la OTAN, los equipos antiseísmos de la República Dominicana, la oficina central de Airbus en Alemania o las torres de control en Kenia. "El 70% de nuestro beneficio procede del exterior", asegura Arca, que destaca la " resiliencia" de la compañía en un 25 aniversario marcado por la irrupción del coronavirus en el mundo.

¿Se le ha ido la luz últimamente?

En Genesal Energy, si hacemos bien el trabajo no se nos nota. Nos dedicamos a la fabricación de energía distribuida, que a diferencia de la energía de red eléctrica -donde hay una gran central y distribuidores- no es necesario estar conectado a la red. Diseñamos, fabricamos y distribuimos grupos electrógenos de alta precisión, personalizados y a la carta, desde centros hospitalarios a las instalaciones de la OTAN, desde aeropuertos a complejos de oficinas o parques eólicos. Nuestros equipos tienen muchísimas aplicaciones: se utilizan para garantizar el suministro cuando cae la red por temporales, catástrofes o tormentas, o en un concierto. En Europa, donde más del 90% del territorio está electrificado, los equipos electrógenos son muy necesarios para dar apoyo industrial por falta de potencia, para el suministro eléctrico en zonas aisladas y, sobre todo, para lo que denominamos la emergencia o standby. Por ejemplo, cuando en un hospital se va la luz, los equipos leen que hay una caída de tensión y el grupo electrógeno comienza a funcionar en diez segundos. En Genesal Energy nos dedicamos a proporcionar seguridad e independencia energética para que, bajo cualquier circunstancia, el cliente disponga de energía a través de grupos electrógenos que funcionan con dos tipos de combustible: gas y, sobre todo, diésel.

¿Qué importancia concede a la innovación en su sector?

Ningún fabricante de grupos electrógenos desarrolla motores. Es la ingeniería la que marca la diferencia, pero siempre compras los componentes. De ahí la importancia que adquiere el I+D+i. En Genesal, la cuarta parte de la plantilla son ingenieros e ingenieras, y contamos con un centro de investigación propio, el Ceted (Centro Tecnológico de Energía Distribuida) donde desarrollamos tecnología propia. Eso nos distingue. Desde el punto de vista más técnico, la evolución del sector de los grupos electrógenos para los próximos diez años pasa por la normativa europea Stage V, que reduce drásticamente las emisiones. También por la digitalización del control energético y por los sistemas EMS para la gestión de la energía con el objetivo de ofrecer el mejor mix energético y que resulte lo más rentable posible.

¿Y la internacionalización?

Estamos en más de 30 países y el 85% de nuestras operaciones pertenecen al ámbito internacional, entendiendo por operaciones la facturación directa e indirecta hacia el exterior, y prácticamente el 70% de nuestro resultado final, del beneficio, procede del exterior. Tenemos dos filiales, las dos muy potentes, en Perú y México. La primera está destinada sobre todo al mercado del alquiler. Llevamos allí diez años y empezamos a alquilar hace cinco al descubrir que es un buen negocio en ese país, con un modelo, desde el punto de vista operativo, muy anglosajón. Si les va bien ya comprarán, pero primero alquilan. Nuestra filial de México está muy centrada en grandes proyectos, y el próximo año también empezamos con el negocio del alquiler.

¿Tiene alguna ventaja ser gallego a la hora de salir fuera?

Yo le veo cuatro: primera, hay gallegos en casi todas partes; segunda, tenemos fama de trabajadores; tercera, el gallego cae bien; y cuarta, Galicia gusta a todo el mundo. Galicia es una gran marca, a veces mejor incluso que la marca España, que resulta más genérica. Me refiero, sobre todo, al territorio de nuestra diáspora. No es que la marca España sea negativa, yo eso no lo he percibido, pero tal vez abarca demasiado y eso hace que sea un poco más difusa. En cambio, en muchos países a los que vamos, la marca Galicia, que no se vende como tal, tiene un peso específico gracias a la emigración, a esa quinta provincia. La emigración gallega ha creado la marca Galicia, de hecho hay casi tantos centros gallegos como centros Cervantes. A nivel mundial notamos que la ingeniería española está muy bien valorada. Creo que los localismos están bien desde el punto de vista cultural, porque conservan la diversidad, pero ir de localista por el mundo no me parece acertado a nivel empresarial. Tampoco debes ir con prepotencia ni con complejo de inferioridad. Una buena empresa tiene que ser apolítica, se debe a sus clientes. Otra cosa muy distinta es que te enorgullezca representar a tu país.

¿Cuáles son las claves para ser un buen empresario?

Paciencia y perseverancia. Y también hay que ser un poco inconsciente en el buen sentido. Ser empresario es un deporte de riesgo, de ahí que sea necesario un puntito de locura sana. Requiere muchas horas y esfuerzo. Y lo más importante: un empresario es tan bueno como su equipo. Por muy bueno que seas, si no tienes equipo o no eres capaz de liderarlo, te cargarás de horas y te frustrarás. Y ahí el empresario empieza a morir. Al fin y al cabo, un empresario es un autónomo, es el que no depende de otro para cobrar, sino que paga el sueldo a los demás y crea un sistema para distribuir riqueza. Pero antes de distribuirla hay que generarla. Para repartir tiene que haber, no puedes repartir la nada.

¿Como les ha afectado la pandemia?

Somos industria esencial. Durante el confinamiento, en Genesal continuamos fabricando: se pararon las entregas pero no los proyectos, que solo se pospusieron. También se incrementó mucho el mantenimiento de equipos, sobre todo de operadores críticos, de la gente que no podía, ni puede, parar: un supermercado, un hospital? Si hablamos desde el punto de vista técnico de un economista, en la mayoría de las empresas hay un trimestre que no existe. Nuestra industria es muy resiliente porque opera con bienes de equipo y trabaja con proyectos de medio y largo plazo, no como un restaurante en el que no sabes cuánta gente entrará hoy.