Elaborados Metálicos Emesa afronta su última oportunidad de reflotar la producción y parte del empleo en su factoría de Coirós. La administración concursal ha convocado la subasta de la unidad productiva para intentar salvar esta industria coruñesa en liquidación. En el pliego de condiciones de la puja, el administrador del concurso de acreedores -letrado Pedro Moreno, del despacho coruñés Vento Abogados- señala que la prioridad es "favorecer la continuidad de la actividad empresarial" y "viabilizar, al menos en parte, el empleo". El histórico fabricante de estructuras metálicas al que Grupo Soil llevó al proceso concursal el pasado diciembre tiene una plantilla de 85 empleados, que esperan noticias mientras consumen su prestación por desempleo en un ERTE (expediente de regulación temporal de empleo) que dura ya ocho meses. El comité de empresa tiene constancia de dos posibles inversores, ambos empresarios del sector metalúrgico, que deberán decidir ahora si dan un paso al frente.

La convocatoria fija para pasado mañana, jueves, la fecha límite para presentar ofertas a esta subasta, que se celebra en modo extrajudicial con intervención notarial, como es habitual a raíz de la pandemia. Así lo ha autorizado el Juzgado de lo Mercantil número 1 de A Coruña, que da el visto bueno al "plan de liquidación de los bienes y derechos de la masa activa" de Emesa y autoriza a la administrador concursal a promover las acciones necesarias para que los acreedores recuperen parte de su dinero. Entre ellos están los propio trabajadores, que arrastran siete nóminas sin cobrar. O Abanca, con quien Emesa tiene pendiente una hipoteca con un principal de 1,97 millones de euros. Otros ocho bancos (Santander, Sabadell, Bankia, Deutsche Bank, BBVA, Bankinter, CaixaBank e Ibercaja) suman 5,4 millones de euros adeudados, por refinanciaciones hechas hace dos años. La deuda bancaria supera de este modo los siete millones solamente en lo que tiene que ver con las cargas de la propiedad inmobiliaria de Coirós.

El Grupo Soil Recovery, que compró Emesa a Isolux en 2015, ha cifrado en 18 millones de euros la deuda por la que solicitó la entrada de la firma coruñesa en concurso de acreedores el pasado diciembre. A los trabajadores no les dan las cuentas, ya que aseguran que la planta era productiva y facturaba 50 millones anuales desde la venta.

Aunque el concurso no establece ningún precio mínimo para comprar la unidad productiva, el administrador concursal valora el activo de la empresa en 13,5 millones de euros. La mayor parte corresponde al terreno y la nave que Emesa posee en Coirós (sin actividad desde febrero), con un valor de mercado estimado de unos 10 millones de euros. Tres millones más valen las máquinas que alberga en su interior. El resto suma cantidades más modestas, como los casi 21.000 euros del inmovilizado inmaterial: intangibles entre los que cuenta la investigación, el desarrollo, las concesiones administrativas y las aplicaciones informáticas.

El despacho coruñés Vento Abogados confirma que en los meses previos ha habido inversores interesados en adquirir la empresa, que incluso han visitado las instalaciones, pero no será hasta el jueves cuando se conozcan las ofertas, que la notaría remitirá al juzgado para su valoración. La administración concursal asume que las posibles propuestas difícilmente plantearán la conservación de toda la plantilla actual, pero en objetivo es que se mantenga el mayor número de puestos de trabajo posibles y se reanude la producción industrial.

El comité de empresa tuvo conocimiento en verano de que un empresario gallego del sector de la metalurgia solicitó información sobre la empresa a través del Instituto Gallego de Promoción Económica (Igape) para estudiar su compra. Poco después un segundo inversor mostró su interés, también industrial metalúrgico pero en este caso de fuera de Galicia. Estos antecedentes dan esperanza a la plantilla, que espera ahora a ver las ofertas en firme.

El comité repudia la gestión que Grupo Soil Recovery ha hecho de Emesa y lo acusa de actuar como "un fondo buitre" para expoliar la compañía que adquirió hace cuatro años.