Emesa, con cerca de un centenar de trabajadores y gran arraigo en las comarcas de A Coruña y Betanzos, dejará de existir como sociedad mercantil tras 62 años de historia. La empresa, para la que el Grupo Soil pidió la entrada voluntaria en concurso de acreedores el pasado diciembre, está en fase de liquidación desde febrero y el Juzgado de lo Mercantil número 1 de A Coruña ha autorizado al administrador concursal a ejecutar el plan para "liquidar los bienes y derechos de la masa activa" a fin de satisfacer en lo posible las deudas. "Con una serie de matizaciones", señala la convocatoria de la subasta: "la resolución prioriza la transmisión de la unidad productiva de la concursada con el fin de favorecer la continuidad de la actividad empresarial, maximizar el valor de los elementos que componen la masa activa y/o viabilizar, al menos en parte, el empleo". Esto supone que aunque Emesa desaparezca como tal el objetivo es reflotar la actividad de su fábrica, parada desde febrero.

Si la puja fracasa y ninguna oferta se ajusta a la convocatoria, "la alternativa que se plantea es vender por lotes", explican desde Vento Abogados, el despacho al que se ha asignado la administración concursal de Emesa. La venta por lotes supondría desguazar la compañía y echaría por tierra las esperanzas de mantener una parte del empleo.

Especializada en la ingeniería, fabricación y montaje, el sello de Emesa está presente infraestructuras como la planta de biomasa de Greenalia en Curtis o el puente de Rande. Sus estructuras también dan forma a la refinería coruñesa de Repsol, Estrella Galicia, la cubierta de carbones de la térmica de As Pontes, la Ciudad de las Artes de Valencia, la T4 de Barajas, la Torre Picasso de Madrid, el Hotel Ars de Barcelona, e, la Philarmonie de París, o la zona cero de Nueva York.