La Universidad Internacional Menéndez Pelayo inició ayer en la sede de la Fundación Luís Seoane el I Foro de Economía Prospectiva de Galicia, que coordinan del catedrático Fernando González Laxe y la profesora María Cadaval. Expertos en diferentes campos, como Ana José Varela, directora financiera de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), expondrán su visión sobre el devenir de la economía en los próximos meses. Varela, quien intervendrá hoy en el foro y responde a esta entrevista mediante un cuestionario, destaca el elevado grado de incertidumbre causado por la pandemia.

¿Es posible hacer previsiones económicas en este contexto?

Estamos atravesando la peor crisis sanitaria, económica y social desde la Segunda Guerra Mundial. La pandemia de Covid-19 continúa suponiendo una amenaza para la salud, el empleo, las empresas, y el bienestar de millones de personas. Vivimos una situación de excepcional incertidumbre en la que resulta especialmente complicado hacer proyecciones fiables. Lo que sabemos es que el mundo será mucho más pobre de lo que hubiera sido sin el virus. Si nuestra proyección central de una recuperación gradual, después del repunte, se materializa, los ingresos globales serán 7 billones de dólares más bajos para fines de 2021 de lo que proyectamos en noviembre de 2019. Esto es aproximadamente equivalente a cinco veces la producción anual de España. Precisamente debido a que la incertidumbre es tan alta, hemos elaborado dos escenarios en torno a nuestra proyección central. Por el lado positivo, si las empresas y los hogares tuvieran más confianza porque una vacuna o un tratamiento está a la vista o solo se requieren medidas de contención leves para contener los brotes de virus, el crecimiento mundial sería más fuerte. La pérdida de producción mundial rondaría los 4 billones de dólares estadounidenses para fines de 2021. En el lado negativo, si la confianza sigue siendo débil porque los brotes se intensifican o se requieren medidas de contención más estrictas, el gasto de los hogares y la inversión empresarial se debilitarían y la recuperación se ralentizaría, y la pérdida de producción sería de 11 billones de dólares.

¿En qué medida pueden favorecer el despegue económico los anuncios sobre la obtención de las primeras vacunas?

Sin una vacuna, el camino hacia la recuperación económica es incierto y vulnerable a nuevas oleadas de contagios. Para lograr la recuperación es necesaria mayor confianza. Y la confianza no se restablecerá hasta que se encuentre una solución médica permanente. Es decir, hasta que seamos capaces no sólo de descubrir, sino también -y esto es muy importante- de producir y distribuir a gran escala una vacuna o algún tratamiento efectivo. Jamás se ha puesto tanto esfuerzo en términos económicos y de investigación en una vacuna, y sea o no la solución definitiva, parece que estamos más cerca y eso ayuda a la recuperación de la confianza.

¿Debe ser la inversión en sanidad una prioridad de los estados cuando la situación se estabilice?

La pandemia ha ejercido una presión sin precedentes sobre la sanidad. Es esencial contener la propagación y la tasa de infección del virus, así como aumentar la resiliencia de los sistemas de salud. En la reunión ministerial anual de la OCDE celebrada recientemente, los países miembros manifestaron su intención de esforzarse para mejorar la resiliencia y la capacidad de respuesta de sus sistemas de salud.

¿Hasta cuándo deben continuar las políticas públicas de apoyo a los sectores más castigados?

La política seguirá desempeñando un papel importante en la próxima fase de la crisis. Aprendimos de las secuelas de la crisis financiera mundial que un endurecimiento prematuro de la política fiscal podría asestar un duro golpe a una economía ya debilitada. El apoyo fiscal deberá continuar. También aprendimos que la política solo puede prevenir temporalmente un aumento de las quiebras y el desempleo. El apoyo debe dirigirse a empresas solventes con problemas de tesorería para reducir el número de insolvencias, las cuales podrían crear un circuito de retroalimentación negativa entre la economía real y la financiera. Esta ayuda a las empresas debe evolucionar para replantearse las no viables y alentar el crecimiento de las viables. Se podrían implementar instrumentos de capital para grandes empresas, con apoyo estatal, siempre que se mantenga la competencia y se diseñe una estrategia clara de salida. Sin embargo, requerirá más creatividad para las pymes, por ejemplo, en forma de créditos fiscales, y los reembolsos se realizarán cuando las empresas vuelvan a obtener beneficios de forma sostenible.

¿Habrá fondos suficientes para garantizar la protección social de los trabajadores en paro?

No podemos ignorar la dimensión social de esta crisis. En apenas unos meses, la crisis se ha llevado por delante muchos de los empleos creados desde la crisis financiera de 2008. Los trabajadores de baja cualificación, los que trabajan en la economía informal, las mujeres y los jóvenes puede ser los grandes perdedores de esta crisis, como lo fueron hace 10 años. El desempleo juvenil se ha incrementado en el conjunto de países de la OCDE desde el 11,3% en febrero al 16,7% en junio.

¿Cómo evitar olas masivas de desempleo?

Habrá que utilizar adecuadamente los fondos para evitarlas. Para los sectores en los que el shock se considera temporal, los esquemas de trabajo a corto plazo pueden continuar con más flexibilidad para permitir que las personas emprendan nuevas actividades. Para otros sectores, los esquemas existentes para apoyar a las personas y empresas deben adaptarse para evitar mantener el apoyo a trabajos y empresas inviables que bloquean la reasignación a sectores más productivos. La formación y la recolocación laboral deben estar respaldadas por una infraestructura digital y, como norma, estar adaptadas a las personas. Y en un entorno de carreras profesionales más rápidas y de cambio veloz, las personas a su vez deben ser conscientes de la necesidad de un aprendizaje continuo. Los legisladores deben hacer un esfuerzo adicional para asegurarse de que el apoyo llegue a quienes más lo necesitan.

Hay muchas esperanzas depositadas en el plan europeo de recuperación. ¿Cómo hay que evitar que caiga en saco roto?

Los planes de estímulo son una oportunidad única para corregir desequilibrios y vulnerabilidades anteriores a la pandemia, como la baja productividad, las desigualdades o las emergencias medioambientales. En Europa se ha puesto sobre la mesa un programa de recuperación económica y financiera muy importante. España se beneficiará en los próximos años de 70.000 millones de euros en ayudas que pueden tener un papel transformador si se aprovechan bien. Y en este punto es importante destacar la cuestión medioambiental. Las energías renovables, los transportes sostenibles o la economía circular ofrecen grandes oportunidades de inversión y de creación de empleos de calidad. Toca analizar profundamente el sistema productivo, sus fortalezas y debilidades y plantearnos si seguiremos haciendo lo mismo de la misma forma. Esperemos que los fondos del programa Next Generation, nada más y nada menos que el 5.5% del PIB de la UE, sean aprovechados para transformar nuestras economías y nuestras sociedades, reconstruyendo pensando en el futuro. Un futuro que debería pasar por una economía más fuerte, resiliente, inclusiva y ecológica.

¿Qué papel juega la cooperación internacional en estas circunstancias ?

El virus no entiende de países y la pandemia ha subrayado la importancia de la cooperación internacional fuerte y de las instituciones multilaterales para poder afrontar las dimensiones transfronterizas de la crisis. Un comercio e inversión libres, justos y predecibles son elementos importantes de la recuperación como han señalado los miembros de la OCDE en la reunión ministerial de finales de octubre. Y para ello es necesaria una respuesta multilateral ambiciosa, coordinada y coherente. La salud como bien público global, el comercio, el cambio climático o la digitalización son retos globales que requieren soluciones globales con un enfoque multilateral.