La Federación Gallega de Comercio estima que entre 5.000 y 7.000 pequeños negocios tendrán que echar el cierre a principios de 2021 asfixiados por la crisis del Covid. Suponen entre el 15% y el 20% de las 35.000 tiendas que hay en Galicia. Los comerciantes, en su mayoría, están sufriendo por el desequilibrio entre sus ingresos (mermados por las restricciones anticovid y por la retracción del consumo) y sus gastos, pues aunque la carga salarial se pueda ver aliviada con los ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo) que subvenciona el Gobierno, deben seguir haciendo frente al pago de alquileres, seguros y otros gastos corrientes. Muchas veces no dan los números. En este contexto, las aperturas son rara avis, pero existen. Algunos locales de A Coruña cobran nueva vida con propuestas como el showroom de diseño australiano de Katheleen MacGinley, la tienda friki de Lía Gimeno, la poesía textil del Verso Libre de María Tomé y Rosana Pena o el gimnasio boutique de Paula Comendeiro.

El presidente de la asociación gallega de pequeños comerciantes, José María Seijas, admite que "es arriesgado" abrir un nuevo negocio en estos días, pero estas emprendedoras creen en su proyecto y han decidido levantar la persiana en pleno otoño del Covid. Presentar una oferta distinta y especializada es una de las claves para encontrar el camino de la viabilidad.

Para ello, hay que ser conseguir encontrar el hueco en el mercado porque, como recuerda José María Seijas, "los hábitos de compra cambian continuamente y cualquier comercio que abra con una innovación, una propuesta nueva, es bueno porque crea nuevas tendencias". Eso sí, "abrir un comercio hoy en día es arriesgado, es de valientes", admite el representante de los pequeños comerciantes gallegos.

"Yo no sé si hay que ser valiente para hacer esto o estar loca, pero he decidido correr el riesgo", afirma Katheleen MacGinley, coruñesa de padre australiano que después de media vida en las antípodas ha vuelto a su ciudad natal para vivir de su propio negocio de arte y decoración made in Australia. En septiembre abrió un local en la Ciudad Vieja, que funciona a modo de showroom y combina la creación artística con la venta, con horario comercial de mañanas (y flexible). La venta online se integra con naturalidad en el proyecto y de hecho proporciona tantos ingresos como el local físico.

El uso de redes sociales y tiendas digitales es creciente en el pequeño comercio, más en días en los que la posibilidad de un segundo confinamiento domiciliario estricto planea sobre el horizonte. "Me dio tembleque cuando anunciaron el cierre de la hostelería, a ver cómo va todo esto. Estamos en un momento de mucha incertidumbre", comenta Lía Gimeno. En su caso, el negocio (de merchadising de personajes de culto de la cultura pop) ya estaba en marcha pero ha decidido "subir la apuesta" a la vista de que las ventas le fueron bien a partir de la desescalada y este mes se ha mudado a un local más grande y mejor situado, en el que entre múltiples caprichos se pueden comprar mascarillas contra el Covid de personajes como Shin-chan.

La mascarilla, en este caso de estilo deportivo, también es imprescindible en el gimnasio boutique de Paula Comendeiro. Ella ha sabido ver la oportunidad en medio de las restricciones: "Durante la cuarentena muchas personas se engancharon al ejercicio en sus casas", reflexiona. En su centro de entrenamiento franquiciado ofrece máxima seguridad con mamparas que separan los espacios, baja ocupación, ventilación y material de uso individual. Con estas características y un modelo de entrenamiento propio, Comendeiro considera que su modelo de negocio se adapta mejor a la nueva normalidad que un gimnasio tradicional, lo que le supone una ventaja competitiva.

Combinar la esencia de una tienda de barrio con el arte es la propuesta de Verso Libre, abierto en plena segunda ola. "¿El futuro? A ver cómo va hoy el día y ya mañana, el siguiente. Intentamos mantener la ilusión", sostienen.