En una conferencia en la sede del IESE en Manhattan (Nueva York) en diciembre del 2018. Al presidente del Banc Sabadell, Josep Oliu, se le escapó: “El destino final del banco [la filial británica TSB] y de la incorporación de la plataforma tecnológica es ser un banco que entre en algún proceso de consolidación en el futuro en el Reino Unido”. Nadie esperaba esa declaración, aunque luego tanto el propio Oliu como otras fuentes del banco vallesano intentaron disimular el mensaje con la idea de que lo prioritario en el Reino Unido no era la venta del banco sino conseguir que fuera rentable.

Dos años después, las palabras de Oliu vuelven a emerger y la venta del TSB se presenta como la principal estrategia del banco para redefinir su hoja de ruta, una vez rotas las negociaciones con el BBVA para su integración. La entidad de origen vallesano presentará en el 2021 un nuevo plan estratégico dirigido a “la ampliación del programa de eficiencia y transformación en el mercado retail en España y analizará con sus asesores alternativas estratégicas de creación de valor respecto a los activos internacionales del grupo, incluyendo TSB”. No hay otra manera de interpretar esa frase que no sea la venta de la filial británica, adquirida en el 2015 por nada menos que 2.300 millones de euros. De hecho, ya ha encargado la búsqueda de comprador a Goldman Sachs.

Al Sabadell le vendría bien liberar capital con esa operación, una oportunidad para reforzar el capital del banco que a ojos del BCE es mejorable. Así parece claro que buscará comprador dentro del Reino Unido. Incluso entre los candidatos se incluye el Banco Santander, que también posee una filial en aquel país. A ojos de los analistas, existen algunos inconvenientes. “Tenemos una visión fundamental cautelosa sobre el Sabadell, basada en las preocupaciones sobre la calidad de los activos, el ajustado capital, los insuficientes rendimientos y el lastre del TSB”, destaca la firma de análisis Alantra.

“Vender TSB será complicado, ya que el Sabadell podría ser percibido como un vendedor forzado”, agrega la firma. El principal problema es el alto precio que se pagó por el banco británico. “Recuperar esa inversión ahora es imposible”, dicen fuentes financieras.

Coste mayor

La transición generó un coste mayor del previsto e importantes pérdidas (384 millones de euros), que tuvieron un impacto negativo en los resultados del Sabadell en el 2018, y provocó el cambio en la dirección de la entidad británica, que pasó a ser dirigida por Debbie Crosbie.

A raíz de esas dificultades, el TSB anunció un plan estratégico cuyo objetivo era alcanzar beneficios en el 2022, con el cierre de hasta 164 oficinas y la salida de 900 trabajadores.

La cuestión es que aunque el Banc Sabadell se considera capaz de manejar una situación compleja sin fusiones, las dudas en los mercados no se han disipado. “Incluso si el BCE levanta su veto a remunerar a los accionistas, no creemos que el Sabadell pueda permitirse reanudar el pago de dividendos en los próximos años y vemos colchones de capital limitados”, plantea Alantra.