La más que previsible oleada de quiebras y deudas empresariales impagables que va a provocar el coronavirus amenaza con llevarse por delante por igual a compañías sin futuro y a firmas que serían viables si lograsen superar los impactos de la pandemia. Las pérdidas que provocarán a los bancos, además, pueden mellar gravemente su solvencia y cortocircuitar su capacidad de dar créditos, lo que agravaría la crisis.

Por ello, el Banco Central Europeo (BCE) ha propuesto crear una sociedad o red de sociedades comunitaria de gestión de activos (más conocidas como bancos malos) para aliviar esa carga a las entidades financieras y favorecer la reestructuración del endeudamiento empresarial. España se opone por ahora a su propuesta tal y como está definida, según diversas fuentes.

El principal impulsor de la iniciativa es Andrea Enria, presidente del consejo de supervisión del BCE, que de hecho la lleva defendiendo desde el 2017, si bien ha redoblado sus esfuerzos en los últimos meses como consecuencia del COVID-19. Su principal argumento es que, según las estimaciones de su organismo, los créditos de dudoso cobro o morosos de los bancos de la eurozona podrían elevarse en un “escenario severo pero plausible” hasta los 1,4 billones de euros, un 176% por encima de los 506.000 millones con que cerraron en el 2019 (lo que equivalía al 3,2% del balance del sector) y una cantidad incluso superior al billón de euros que se alcanzó en el 2014 como consecuencia de la crisis del periodo 2008-2012.

El máximo responsable de la supervisión de las grandes entidades financieras del euro relanzó su propuesta en un reciente artículo en el Financial Times. “No se trata de ayudar a los bancos que asumieron riesgos excesivos y los gestionaron mal. Por contra, el objetivo es permitir que los bancos de la Unión Europea (UE) apoyen a los hogares, pymes y empresas viables, y reforzar la necesaria transformación de la UE hacia una economía más verde y tecnológicamente avanzada sin que los bancos se vean abrumados por préstamos deteriorados”, indicó tras defender que es precisa una “respuesta europea integrada en lugar de una plétora de iniciativas nacionales descoordinadas”.

Evitar la Sareb

Enria cita como una de sus inspiraciones la creación de la Sareb en España en el 2012, la compañía que recibió los activos inmobiliarios tóxicos de los bancos rescatados. El banco malo español, sin embargo, pagó por dichos activos un precio demasiado alto, lo que ha provocado que acumule pérdidas multimillonarias desde su nacimiento. La perspectiva es que los números rojos continúen y el Estado, de hecho, ya ha dado por perdidos los 2.192 millones de euros que le inyectó. Sin citarlo directamente, el alto funcionario del BCE defiende que la creación de un banco malo europeo evitaría repetir aquel error.

Así, argumenta que permitiría fijar “metodologías y datos de valoración estandarizados para determinar el precio” de transferencia de los activos. La otra ventaja, expone, es que la financiación del banco malo europeo o la red comunitaria de bancos malos de los países obtendría su financiación directamente de algún organismo europeo, en lugar de lograrla de los Tesoros de cada Estado miembro (a los que el mercado obliga a pagar tipos de interés muy diferentes entre sí).