Más problemas para las grandes empresas, que aún siguen asimilando el impacto del estatuto para la industria electrointensiva —aprobado hace unos días por el Gobierno— y que no servirá, denuncian, para aliviar su elevada factura eléctrica. Mientras digieren el golpe, Italia acaba de anunciar que prepara nuevas ayudas para su industria electrointensiva muy similares a las antiguas subastas de interrumpibilidad —una subvención que recibían las grandes empresas a cambio de desconectarse de la red en momentos de sobrecarga del sistema— que España dejó de realizar ya en el primer semestre del año, y que las grandes compañías gallegas le reclaman insistentemente que retome para conseguir abaratar su abultado recibo de la luz. Sin embargo, el Gobierno central decidió cambiar ese sistema —que durante bastantes años había servido para aliviar las cargas de la gran industria autonómica— alegando que la Unión Europea le había puesto pegas a la forma en la que se repartían las ayudas.

Así que la última subasta de interrumpibilidad que se celebró en España fue con cargo al primer semestre de este año y, desde entonces, el Ejecutivo cerró el grifo. A cambio, sin embargo, aseguró que estaba trabajando en una alternativa que sustituyera a estas subastas, con un nuevo enfoque al que Bruselas no le pudiera poner ni una sola pega. Comenzará a funcionar a partir de enero. Mientras tanto, en Italia las subastas de interrumpibilidad continuarán. El Ejecutivo transalpino aprobó hace unos días prolongar este sistema para echarle una mano a su gran industria con ayudas que estarán entre los 105 y los 126 euros por megavatio. El plan del Gobierno que preside Giuseppe Conte es extender las subvenciones hasta 2023, lo que aliviará aún más el recibo de los competidores de las fábricas gallegas, ya que Alemania y Francia también tienen activados unos elevados niveles de protección para sus compañías electrointensivas.

Alemania y Francia también tienen estas ayudas. La rebaja que reciben por la interrumpibilidad los alemanes y los franceses es mucho más cuantiosa que la española.