Gonzalo Ortiz se jubila después de medio siglo como director de la Cámara de Comercio de A Coruña. Doctor en Economía y exdirector general de Comercio de la Xunta, Ortiz ha vivido en primera persona la creación de la Universidade da Coruña, la bancarización de Caixa Galicia o la construcción del puerto exterior. Su relación laboral con la Cámara llega a su fin, pero no su compromiso con los proyectos, pues seguirá vinculado como consultor externo y mantendrá cargos de representación como el de consejero en la Autoridad Portuaria. Allí espera “culminar” la operación de Langosteira con la conversión de los muelles interiores “en ciudad disfrutable y sostenible”. Explica que le han pedido seguir contando con su colaboración y no se ha podido negar porque tiene tiempo. “Sobre todo porque nos confinan cada dos por tres”, bromea.

Le ha tocado jubilarse en un momento extraño...

Me tocaba hace tiempo, pero las circunstancias me fueron forzando a continuar. Quería marcharme dejando esto muy bien organizado. En los tres últimos años fui desarrollando una política de sustituciones y ya estaba perfecta, pero surgió un imponderable que me obligó a seguir.

Hace un año la Cámara anunció su relevo, pero vino el COVID.

Sí. Hace dos años hice un desdoblamiento de cargos y dejé de ser secretario general. Después, cuando anuncié que dejaba la dirección me pidieron seguir hasta celebrar elecciones por si había jaleo. Entonces me quedé un poco más y después surge el COVID y ¡menudo lío! Estuve formando a mi sucesor. La pandemia fue para largo y lo nombramos director adjunto.

Su sucesor es Manuel Galdo. ¿Qué consejos le ha dado?

Yo a Manolo lo conozco hace más de 18 años. Hemos coincidido en etapas importantes, como la fusión de las cajas cuando él era director de Política Financiera y yo era consejero de Caixa Galicia. Además en Afigal estuvo conmigo doce años de consejero. Y cuando se creó Abanca y quedaba la fundación, lo que antes era la obra social, el presidente de la Xunta nos pidió a los dos que por favor la lleváramos seis meses, que se convirtieron en dos años. Con lo cual, tuve mucha cercanía con él y sé de sus capacidades. Solo tuvo que aprender la red de cámaras. Además, en el ADN de nuestra Cámara está la internacionalización de las empresas y eso no se aprende solo en los libros; hay que organizar acciones y salir al exterior, lo que la pandemia no ha permitido. Entonces a mí me ha pedido la Cámara que me quede una temporada como asesor externo, senior advisor. Dejas tus obligaciones cotidianas pero aprovechan tu expertise donde hace falta experiencia y conocimiento. He dicho que sí, porque tengo un poco de tiempo. No va a ser todo divertirme, hacer deporte... y sobre todo porque nos confinan cada dos por tres.

"Hay que reformar el mapa cameral. En Galicia puede haber una norte y otra sur"

Entonces va a asesorar a la Cámara en materia de externalización, ¿o también en otros campos?

También en algunos proyectos que estaba yo creando y no dio tiempo a poner en marcha por el COVID, como la creación de un centro de FP de grado alto dedicado a nuevas tecnologías. Otro proyecto muy querido para mí es la creación del Club Cámara, que viene a rellenar el espacio del Club Financiero que se fue al traste. La Cámara en los años 70 ya había creado un club de dirigentes de empresa que funcionó muy bien ocho o nueve años hasta que se creó el Club Financiero y nos sumamos. Ahora A Coruña se quedó sin un club de ámbito relacional empresarial, que es sumamente útil porque los empresarios quieren salir de su chiringuito cotidiano y generar sinergias. Nada más desaparecer surgió el COVID y ahora no hay posibilidad de relacionarse, pero esperemos que no sea eterno. Hay siete cámaras en España que formamos lo que llamamos el G7: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Bilbao y A Coruña, con el 95% del peso empresarial de España. Pues todas estamos creando un Club Cámara. Me voy a dedicar ahora yo a esto para que en un año esté en marcha.

Sabe que tiene competencia, que hay otro club similar en ciernes.

Cada uno puede hacer los clubs que quiera. El que se postula como presidente de ese club es muy respetable e incluso vino a vernos. Conocemos los proyectos. Nosotros ya estábamos trabajando en el nuestro hace año y medio. No puedo hablar más porque se me ha solicitado discreción para no enturbiar el ambiente, para ver si va adelante este otro club. Si funciona, las orientaciones son muy distintas y habrá sitio para los dos. Nosotros lo haremos bien, sin prisas, relacionado con otros clubs.

Volvamos entonces al balance de sus 50 años en la Cámara. ¿Cómo le gustaría ser recordado?

La verdad, estoy de vuelta de casi todo pero me emocioné con la despedida que me dieron los empleados de la Cámara. Me hicieron una revista preciosa en la que cada uno escribió un artículo sobre mí. No va a salir a la luz, pero justo eso es lo que a mí me gustaría que fuese recordado. Dicho eso, ha habido muchísimos logros que no me puedo apropiar, pero en mi modesta función de director de esta casa he ido empujando. El Plan de Fomento de las Exportaciones Gallegas, que aún subsiste, se lo presenté yo al presidente Fraga hace veinte años. Después creamos la feria Exporpymes. Hemos ayudado al nacimiento de la Universidade da Coruña, siendo promotores del colegio universitario que fue el germen. Impulsamos la creación de un puerto exterior para sacar los tráficos peligrosos de la ciudad y tuve el orgullo de pertenecer al consejo de administración que licitó la obra contra el criterio del Estado. Ahora estamos intentando dotar el puerto de ferrocarril, que es imprescindible. Y lo que no es menos importante, convertir la parte de puerto interior en ciudad disfrutable y sostenible que al tiempo ayude a financiar la deuda.

¿Hay que construir entonces, urbanizar los muelles?

Claro. Yo he visitado por el mundo operaciones iguales a esta en muchas ciudades y las dos principales que recuerdo son Baltimore y Cape Town, que son los espejos en los que hay que mirarse. Hay algo parecido también en Miami, una parte del antiguo puerto que se convirtió en ciudad y zona de disfrute. Que sea aprovechable para el disfrute y que al mismo tiempo tenga valor, para financiar los muelles que hubo que construir. En eso estamos y tan es así que a mí me han pedido que en esta etapa sea yo el representante de la Cámara en el consejo de administración de la Autoridad Portuaria. Aún tomé posesión la semana pasada, para ayudar con mi modesta experiencia de ocho años de consejero en aquella época a culminar esa labor.

¿Qué salida le ve a esta crisis?

Ceteris paribus. Si permanece fijo todo lo demás y suponiendo que en el plazo máximo de un año el problema del COVID haya pasado a ser el mismo de una gripe, en mi opinión la cifra habilitada por la UE para los estados más el mantenimiento de los precios del dinero prácticamente gratis del BCE serían lo suficientemente relevantes como para reconducir la situación a preCOVID. España tenía una posición muy buena dentro de un defecto de paro estructural, en concreto juvenil. Eso también puede corregirse. Yo confío en que la UE esté muy vigilante de que la aplicación de los fondos sea la óptima. Una de las últimas cosas que he dejado hecha es un plan de relanzamiento de la economía de la zona. Hay que crear más industria.

Emesa, Gamesa, Alu Ibérica... la industria tradicional agoniza.

Tenemos que hacer una industrialización que puede hacerse como hemos demostrado con el fenómeno Inditex. Aunque estemos en un extremo de Europa, es la mayor multinacional del mundo de confección y con cambios permanentes en modelos de negocio sigue ganando dinero. Igual se puede hacer en otras cosas. Tengo grandísima confianza en que podemos ser un nodo de nuevas tecnologías. Altia en tres años ha creado 1.500 empleos de los que 400 o 500 están en A Coruña. Pero las industrias que son intensivas en mano de obra según va mejorando el nivel retributivo aquí se van a países con mano de obra más barata. Si son electrointensivas, en cuanto el precio de la electricidad sea superior aquí que en Canadá, pues fabricarán en Canadá. Es la teoría de los costes comparativos. Es irremediable. No se puede estar subvencionando un coste artificialmente. Pero si vendes talento humano puedes competir con cualquier lugar.

Deja una Cámara saneada en un tiempo en que muchas se han quedado por el camino por problemas financieros. ¿Cuál ha sido la clave?

Y algunas más se van a quedar. El secreto no es más que el sentido común y la osadía de tomar decisiones. Entre 1886 y 2011 las cámaras se financiaba con cuotas obligatorias. Cuando ese sistema lo rompe el presidente Zapatero por un enfado, todas la cámaras de España se quedaron bloqueadas y creyeron que eso iba a pasar. Yo vi que no iba a pasar y a los tres meses hice un plan estratégico a cuatro años y lo basé en pedir a nuestros empresarios cuotas voluntarias. Eso lo puedes hacer cuando tienes credibilidad. El empresariado de A Coruña es muy distinto al de otros lugares y apoya lo que es serio. En 2012 y 2013 ya tuvimos financiación propia, con superávit año tras año mientras otras tenía déficit y algunas desaparecieron. En Galicia había nueve, ahora son cuatro... y en la práctica hay dos porque las otras son zombis.

Una de las cámaras quebradas fue la de Ferrol. ¿En qué quedó el plan para abarcar ese territorio?

La Xunta nos pidió que absorbiéramos esa demarcación, pero la Cámara de Ferrol aún hoy existe formalmente. Está en liquidación y no tiene sede ni empleados, lleva así cinco o seis años. Mientras no se extinga, no podemos absorberla. Me da mucha pena por la cantidad de empresarios de Ferrol que nos piden que les demos servicio. Pasa lo mismo en Lugo y ahora también en Ourense. Hay que hacer una reforma del mapa cameral porque no pueden estar eternamente los empresarios sin servicios camerales. En Galicia, a lo mejor puede haber una cámara norte y una cámara sur y un consejo de ambas. Yo aún soy el secretario general del Consello Galego de Cámaras, ahí no he cesado porque me han pedido ‘por favor, no te vayas’.

Con tantas responsabilidades, ¿le quedará tiempo para llevar a los nietos al parque algún día y ejercer de jubilado?

[Ríe] Yo eso lo concentro y lo hago muy bien también. Lo que pasa es que ahora me dejan muy liberado porque no se puede estar con ellos. Tenemos que cuidarnos mucho.