La última posibilidad que ya solo algunos defendían para alargar la vida útil de la central térmica de As Pontes y evitar el anunciado cierre se apaga. Endesa asegura que las pruebas para quemar una mezcla de carbón y lodos de depuradora han fracasado. El proceso, según la multinacional, provoca entre 76.000 y 106.000 toneladas de cenizas “que no serían admitidas en los vertederos de residuos no peligrosos” porque superan los límites de “selenio, sulfatos y carbono orgánico disuelto”. Las emisiones también se quedarían muy cerca de superar el techo permitido en niveles de mercurio. Tanto, que la operación con seguridad de la planta obligaría a la compañía a acometer “importantes inversiones” de forma inmediata y también entre 2023 y 2025 “debido al impacto de la corrosión por lodos en la caldera”.

Por si el aspecto medioambiental no fuera suficiente, la electricidad generada sería mucho más cara que la de otras tecnologías. Un 30% más, según Endesa, en comparación con los ciclos combinados de gas. “Con este coste de operación, la térmica es inviable al quedarse fuera del mercado eléctrico”, remarca. “La adaptación de la instalación a la nueva situación requeriría asimismo una elevada inversión y unos altos costes fijos, con lo que la destrucción de caja estimada ascendería a 625 millones de euros en diez años de actividad de la central”.

Endesa recuerda que su plan de compensación para la zona afectada por el cierre recoge la construcción de 1.493 megavatios (MW) con una previsión de 1.250 empleos durante seis años.