En plena pandemia, el Gobierno y las entidades financieras argentinas se encontraron con un problema. La legislación de este país exige a los pensionistas dar fe de vida regularmente para cobrar su prestación y, con el virus desatado, solo cabían dos opciones: suspender esta obligación o buscar una alternativa para evitar que los mayores tuvieran que desplazarse hasta las sucursales para cumplir con el trámite.

Fue entonces cuando varios de los principales grupos bancarios del país giraron la mirada hacia FacePhi, una firma de desarrollo de software española -concretamente, de Alicante- que desde hace varios años se ha convertido en uno de los referentes en la aplicación de programas de reconocimiento facial en el sector bancario, especialmente, en Latinoamérica. Su último desarrollo no sólo es capaz de identificar con toda fiabilidad cualquier rostro, sino que, además, puede determinar que la imagen procede de una persona real en directo y no de una fotografía o un vídeo, justo lo que necesitaban en ese momento los banqueros argentinos.

La compañía también se ganó algún titular hace unos meses, al anunciar que sus programas eran capaces de reconocer a cualquiera, incluso con la mascarilla puesta, gracias a la tecnología de reconocimiento periocular, es decir, del contorno de los ojos. Un avance que varios de los clientes reclamaron a la firma cuando el coronavirus empezó a expandirse, según señala el CEO de la compañía, Javier Mira, que fundó la empresa junto a su socio, Salvador Martí, en 2012, tras un primer intento fallido en el que no consiguieron la financiación necesaria para desarrollar la tecnología con la que ahora triunfan, lo que les obligó a cerrar su anterior compañía, F7 Corporation.

Sencillamente, llegaron antes de tiempo, cuando los móviles ni siquiera tenían cámara frontal para hacerse un selfie y la banca online aún era cosa de unos pocos adelantados, como señala el propio ejecutivo. Ahora, por el contrario, el impulso que ha recibido el uso de la biometría para garantizar la seguridad de las operaciones financieras -y decir adiós a las complicadas contraseñas, que siempre se olvidan- ha sorprendido a la firma en el momento justo, cuando disponen de una tecnología desarrollada y probada, y de los recursos necesarios para seguir creciendo, gracias al respaldo del fondo suizo Nice&Green. La firma, además, es una de las pocas españolas que cotiza en el BME Growth y en Euronext. Así, hace apenas una semanas, comunicaba al mercado que disponía de 33 millones de financiación a su disposición para seguir con sus proyectos de expansión.

Cajeros sin PIN

De los seis contratos que lograron en 2018, pasaron a 13 en 2019 y el año pasado cerraron otros 22. En total, ya son más de 70 entidades las que utilizan sus aplicaciones que, por ejemplo, permiten completar todo el proceso de alta de un cliente a distancia, ya que su software es capaz de leer todos los datos de un carnet de identidad, determinar la veracidad del documento y establecer que la persona que realiza el proceso es la misma que aparece en la fotografía. En España ha sido CaixaBank quien se ha fijado en su tecnología, que la ha empezado a implantar en su red de cajeros para que sus clientes puedan retirar dinero y realizar operaciones sin necesidad de introducir el PIN de la tarjeta. Un sistema que estará instalado en unas 1.700 terminales este año.

Sin embargo, el principal mercado de la firma se encuentra en Latinoamérica, donde FacePhi decidió centrar sus esfuerzos al ver una mayor oportunidad de negocio, según su CEO, debido a los altos niveles de intento de fraude que registran las entidades en muchos de estos países.

Además, la compañía ha encontrado otro nicho en Corea del Sur, donde ha establecido incluso una filial, ante la aceptación de sus productos. "Para nosotros es muy importante, porque es un país puntero en el desarrollo de nuevas tecnologías", asegura Mira. Además, es el mercado donde han empezado a abrir sus aplicaciones a nuevos sectores, como el sanitario.

Biometría ética

Javier Mira reconoce que han recibido ofertas de cuerpos policiales para utilizar su tecnología en labores de identificación, pero la compañía se ha negado a venderla. "Hemos acuñado el término de biometria ética y lo seguimos a rajatabla. Sólo permitimos el uso de nuestros programas para identificar a personas que previamente han dado su consentimiento", señala tajante el ejecutivo que, además, recuerda que el sistema que utilizan impide reconstruir la imagen del rostro a partir del algoritmo que se genera.

El crecimiento de la firma ha llevado a que su plantilla prácticamente se haya multiplicado por tres en el último año -de 26 a 70 empleados-, y ya están pensando en ampliar, ante las previsiones optimistas que manejan.