Las de 1995 fueron las últimas cuentas anuales de Pescanova que avaló José María Fernández de Sousa-Faro. “No firmo por estimar que no tengo elementos de juicio para justificar la aplicación”, entonces, de uno de los artículos de la ley de sociedades de capital. Ya no volvió a sentarse en el consejo de la multinacional pesquera, que comandaba su hermano Manuel; los caminos de los hermanos Sousa-Faro, hijos del fundador de la propia Pescanova y promotor de la química Zeltia, se separaron definitivamente. Empresarial y personalmente, pese a ser, también, cuñados. Esta no es solo una historia de consanguinidad mal avenida, porque solo subyace bajo una trayectoria de éxito que no puede entenderse sin la osadía empresarial y un emprendimiento superlativo. Y sin el mar.

José María es hoy presidente ejecutivo de PharmaMar, farmacéutica artífice de un prometedor remedio contra el COVID-19 (SARS-CoV-2) con un principio activo extraído del océano. Manuel pleitea en el Supremo contra una sentencia que lo ha condenado a ocho años de cárcel por la quiebra de la pesquera, de la que fue presidente absolutísimo durante más de treinta años.

¿Tan distintos son? “En absoluto, se parecen mucho. Yo creo que heredaron el carácter de la madre” —sonríe al teléfono un conocido de ambos, en alusión a María del Rosario de Sousa Faro y Sanjurjo—. “Don José era menos complicado, muy distinto”.

En el año 1939, el padre de estos hermanos participó en la constitución de la compañía Zeltia. “Fue pionera en los anales de la historia empresarial española por la inclusión de la creación científica como parte de su objeto social”, apuntó Xoán Carmona, catedrático de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Santiago de Compostela, coordinador del libro Empresarios de Galicia. José Fernández no era químico, pero sí Ramón Obella Vidal. “Un galeguista, amigo de personalidades como Antonio Palacios o Valentín Paz-Andrade”, rememora un veterano empresario. Un represaliado más en aquellos años del franquismo. José Fernández no solo se atrevió a comprar la compañía, sino que asumió también el riesgo de incorporar a la empresa a un equipo de desafectos al régimen, que empezaron a aprovechar subproductos de matadero y de la flora gallega para elaborar medicamentos con uso veterinario. “Recuerdo uno que utilizaba el cornezuelo del centeno”, un hongo de este cereal que las abuelas usaban para facilitar partos. O el dicloro difenil tricloroetano (DDT), que alumbró el afamadísimo insecticida ZZ.

El fundador de Pescanova e impulsor de Zeltia, José Fernández López.

Zeltia es la cuna de PharmaMar. Muy anterior a Pescanova, con la huella de un líder que impregnó a Manuel y José María de visión empresarial y tenacidad. “En el momento en que se funda [por la pesquera] había participaciones cruzadas. Zeltia tenía un paquete importante de acciones de Pescanova, y al revés”. La pesquera se deshizo de su posición en la química por 600 millones de pesetas de la época. “Todavía vivía don José, a algunos no gustó esa decisión. Tienen mucho temperamento. José María es más pausado, pero son igual de dogmáticos”. La enemistad, que incluso afectó a sus esposas (y hermanas), apenas ha mudado.

El mar

A Pescanova se le atribuye con justicia el rol de locomotora de la pesca industrial en España. Mandó construir los primeros arrastreros congeladores, aprovechó buques de pasaje para procesar el pescado a bordo —y ahorrar tiempos de travesía—, desplegó una enorme red de distribución por carretera y se expandió por el mundo con empresas mixtas (similares a una joint venture) cuando la ONU decretó que los países ribereños eran propietarios de sus aguas territoriales hasta 200 millas mar adentro. “Tuvimos que formar tripulaciones autóctonas, con las que fue necesario solventar problemas de hábitos, costumbres, e incluso de religión. Nosotros fuimos responsables de crear en aquellos países subdesarrollados, o en vías de desarrollo, todo un sector industrial, el pesquero; aportamos personal cualificado, bienes de equipo y recursos de mercado”, recordaba el propio Manuel Fernández Sousa hace unos años. También con merecimiento, a Manuel Fernández de Sousa se le reconoce el impulso que convirtió la compañía en una pesquera total, de integración vertical y con una clara apuesta por la acuicultura. Una carrera desbocada de inversiones —más de 830 millones de euros en cinco años, y con flujo de caja libre negativo— arruinó su aventura. Y también, la continuidad de la estirpe familiar en la empresa, ahora propiedad de Abanca tras haber protagonizado un concurso de 3.650 millones.

José María Fernández de Sousa ya había abandonado el grupo a mediados de los noventa. Su prioridad era otra. Catedrático en bioquímica —Manuel es físico—, en 1986 fundó de cero PharmaMar. Su idea, el desarrollo de fármacos antitumorales de origen marino. “La tierra solo fue colonizada hace 600 millones de años. Debemos pensar que lo que ya nos ha dado la tierra en medicinas nos lo debe dar ahora el mar, porque allí no hemos ido a buscar”, relató, hace veinte años, en una entrevista con El Periódico de Aragón. “La tierra nos ha dado ejemplos de buenas medicinas; la penicilina, por ejemplo, se encontró en un musgo del suelo, la mayoría de los antibióticos; el ácido acetilsalicílico, se encuentra en la corteza del sauce, aunque hoy se hace por síntesis. En el caso del cáncer, los mejores tratamientos que hay aprobados son naturales, pero de origen terrestre. Hay una oportunidad en el mar y somos líderes a nivel mundial en esta búsqueda”. En esta estrategia, la compañía incluso acordó la venta de la propia Zeltia, en 2019, para centrar todos sus esfuerzos en el sector farmacéutico. Con una obstinación casi patológica, tras haber acumulado números rojos por más de 50 millones en los dos ejercicios anteriores.

Laboratorio actual de Pharmamar.

Accionistas de lujo

El presidente de PharmaMar siempre ha reiterado la ausencia de subvenciones a su grupo, aunque ha contado con mecenas. Como Sandra Ortega Mera, por ejemplo, que en 2002 asumió el 4% de la farmacéutica. La hija de Amancio Ortega (fundador de Inditex) y Rosalía Mera cuenta con un 5,01% del capital social, con un valor actual de más de 107 millones de euros. Es consejera de la compañía, cargo que comparte con Montserrat Andrade Detrell (esposa de José María) o Pedro Fernández Puentes, presidente de otra farmacéutica gallega, Zendal, que produce en serie antígenos para la vacuna anticovid de la norteamericana Novavax. Prevé invertir 110 millones en O Porriño hasta 2025. En el país vecino erige ya una planta de producción, alabada por el primer ministro luso, António Costa.

José María Fernández de Sousa-Faro, presidente ejecutivo de PharmaMar.

PharmaMar ha multiplicado por ocho su capitalización bursátil en apenas dos años y medio. El gran boom surgió de la plaga que ha trastocado el pulso del mundo entero. “Vista la necesidad de soluciones terapéuticas frente a algo desconocido, muy grave, empezamos a pensar en eso. Recordamos las pruebas que realizamos con el Aplidin en el Instituto Carlos III, el mecanismo de acción de la aplidina y los distintos estudios existentes sobre coronavirus. Dado que tenía y tiene una actividad antiviral demostrada, debía actuar del mismo modo frente a este virus”, explica Luis Mora, director general de PharmaMar, sobre cómo surgió la idea de enrolar a este fármaco en la lucha contra la pandemia. El target terapéutico es el denominado EF1A, que es la proteína que requiere el virus. Su nucleoproteína N necesita a la proteína EF1A, presente en las células humanas infectadas, para reproducirse. “Si la aplidina inhibe esa EF1A, el virus no encuentra dónde engancharse para proliferar”. El principio activo es la plitidepsina, aislada de un subtipo de animal marino (el Tunicado aplidium albicans) para tratar el mieloma múltiple. Es 100 veces más eficaz que el remdesivir, único antiviral aprobado contra el SARS-CoV-2, como ha publicado un grupo de científicos —liderados por el español Adolfo García-Sastre, del Mount Sinai Hospital— en la prestigiosa revista Science.

“No hay un hermano bueno y uno malo” , termina este conocido de ambos. “Manolo se equivocó, no le salieron bien las cosas. La paciencia científica de José María ha sido su éxito”.

Manuel Fernández de Sousa, expresidente de Pescanova.