El 14 de febrero se celebraba el Día Mundial de la Energía con el objetivo de concienciar sobre su uso racional y sostenible. Un día cada vez más necesario si se tiene en cuenta que un hogar español consume al año una media 9.922 kilovatios-hora (kWh), que equivale a 0,85 toneladas de petróleo y a unos 990 euros anuales.

La mayoría de la energía de los hogares se emplea en los electrodomésticos, solo superados por la calefacción. Lavadoras, frigoríficos, lavavajillas... son algunos de los aparatos a los que vigilar de cerca si se quiere reducir el consumo energético en la vivienda.

Pero, ¿cómo saber cuánta energía consumen los distintos aparatos eléctricos antes de comprarlos? Hasta ahora estos dispositivos contaban con un etiquetado que presentaba las categorías de la A+++ (en verde, la mayor eficiencia energética) a la D (en rojo, la peor), pasando por A++, A+, A, B y C.

No obstante, a esta clasificación no le queda mucho tiempo de vida, ya que el 1 de marzo de este año entra en vigor un nuevo etiquetado energético impulsado por la Unión Europea, que busca ser más comprensible que su predecesor. Se trata de un sistema de siete clases, que irán de la A a la G y del verde oscuro al rojo. "Los consumidores estaban menos motivados a optar por los aparatos de "primera clase" sin un mensaje claro de 'compra A'", afirma la directora de comunicación y relaciones institucionales de OCU, Ileana Izverniceanu.

Una idea que comparten desde la Unión Europea, ya que aseguran que está constatado "que la clasificación que utiliza las letras de A a G es la más rentable para los clientes".

Pero las novedades no se quedan en el distinto uso de las letras, este nuevo etiquetado es más exigente y con unos límites más estrictos. Por este motivo, los aparatos ahora presentes en el mercado quedarán encuadrados en categorías más bajas que las que tenían hasta este momento. "Es importante señalar que no siempre habrá una correspondencia directa entre clases, es decir no siempre una etiqueta actual "A" va a tener que pasar a ser una D, puesto que la metodología de cálculo también se ha revisado y el procedimiento no es exactamente el mismo al que se utiliza actualmente", explica Izverniceanu.

Además, como consecuencia de esta redefinición de los límites de consumo, inicialmente, no habrá ningún aparato clasificado en la categoría máxima ("A") para dejar ese margen de mejora de cara al futuro. En esta misma línea, para adaptarse al ritmo de mejoras tecnológicas, el nuevo etiquetado se revisará cuando el 30% de los productos en el mercado de la UE reciban la clasificación "A" o cuando el 50% esté en las franjas "A" y "B". Esta revisión constante tiene como objetivo "asegurar su utilidad y evitar la concentración de aparatos en el tramo de arriba de la escala", explican desde la OCU.

Debido al cambio de metodología, la OCU reconoce que en un principio este nuevo etiquetado puede causar confusión entre los consumidores. Por eso, aconseja que durante esta época de transición los productos vayan acompañados de ambas etiquetas. De esta forma, se logra un doble objetivo, explica Izverniceanu, "entender cómo cambia la escala, y poder comparar realmente el consumo energético de los diferentes modelos en la misma escala".

No obstante, según arroja una encuesta elaborada por esta misma organización, solo un 32% de los sondeados está dispuesto a adquirir electrodomésticos energéticamente eficiente sin importar el precio ni el rendimiento. Y es que aunque se haya observado un aumento de la concienciación por parte de los usuarios, todavía "ahorro y comodidad pesan más que ser sostenibles en nuestros hábitos domésticos de consumo de energía", explican.

Es más, tras analizar los distintos aparatos eléctricos de los hogares, solo un 13% de las casas y un 5% de los pisos se puede considerar completamente eficiente.

Desde la OCU recuerdan que, aunque la compra de estos productos implique una inversión mayor al principio, a la larga el ahorro energético que generan se refleja en el bolsillo. De hecho, el nuevo etiquetado "combinado con reglas de diseño ecológico, podría ahorrar 200 TWh de energía al año, lo que es equivalente a toda la energía consumida por los países bálticos en un año".