La familia Barcia lleva medio siglo resucitando la energía allí donde la luz es vital. Hospitales, Salvamento Marítimo, instalaciones militares desde Túnez hasta Vietnam, la central térmica de As Pontes y hasta el estadio de Riazor. Jorge Barcia es la segunda generación de esta compañía coruñesa, que lidera como gerente, y su hijo empieza a involucrarse también en el negocio. El empresario destaca el oficio de Cabager y su cualidad de “cien por cien especialistas” en ingeniería de grupos electrógenos. Una actividad tan técnica se traduce en un fin tan esencial como disponer de energía cuando hace falta. La pandemia de coronavirus les ha obligado a intervenir en los últimos meses como una suerte de servicios de emergencias para reforzar las instalaciones eléctricas de varios hospitales españoles, donde asegurar el suministro constante es cuestión de vida. “Somos solucionadores a medida”, define.

“Hágase la luz”. El Génesis lo resolvió en un día pero en su familia llevan medio siglo persistiendo... ¿Cómo ha evolucionado el negocio?

Mi padre, que fue el fundador, tenía un almacén eléctrico. Él venía de Astano y de Bazán, como ingeniero, y en aquel momento en Galicia había la necesidad de asegurar la corriente de panaderos y de ganaderos que empezaron a tener tanques de frío para la leche. Las máquinas consumían una corriente que no había, porque la distribución eléctrica era muy pobre antes de la electrificación rural de Fenosa. A partir de ahí, empezó por el cliente básico, pequeños negocios familiares en Galicia. Luego todo esto se hizo más grande y empezamos a alimentar a otro tipo de cliente, con mayor volumen de dinero: hospitales, centros comerciales... Ahí un generador puede llegar a valer más de un millón de euros, como el pedido que facturamos al Hospital Ramón y Cajal en Madrid. Nosotros somos solucionadores. Hacemos un generador a medida, estudiamos un proyecto eléctrico en su sentido más amplio. El problema de la energía es siempre el mismo: llega una tormenta, el viento tira postes y líneas y se acaba de la corriente; entonces si no tienes un generador no tienes energía y en media hora los pollitos se te mueren en la granja o los pescaditos en las piscifactorías.

Así que podríamos decir que ustedes son como el servicio de urgencias de la luz.

Sí, los grupos electrógenos empezaron a ser sobre todo un respaldo ante la necesidad de asegurar la corriente. En un periódico mismo, si te falta la corriente a las dos la madrugada no puedes hacer la tirada. Es impensable. La energía, como el agua, no puede faltar. Y luego, de lo que presumimos más es del servicio, porque el mantenimiento es tan importante como la máquina. Tenemos tres empresas en el grupo: Cabager es la marca, SMG Iberia se enfoca a la atención postventa y Gahelios estudia las soluciones.

¿De qué viene el nombre de Cabager?

De Caneda y Barcia.

¿Y dónde se quedó Caneda?

Quedó en Santiago. Yo en el año 2000 hice una sociedad al 50% con Manuel Silvestre Caneda Antelo y Don Manuel tuvo un problema de corazón y puso a sus hijos como societarios. Al poco tiempo, los socios o se entienden o no se entienden. Yo me entendía perfectamente con Manolo pero con sus hijos no. Llegamos a un acuerdo y yo seguí en solitario.

¿En qué medida condiciona una empresa familiar?

En todo. En implicación... es parte de tu vida. Te tiene que gustar. Yo lo disfruto cada día y me encanta trabajar en esto.

¿Siempre asumió ese legado, no se planteó otra cosa que continuar con la empresa de su padre?

No tuve tiempo [ríe].

¿Y su hijo?

A mi hijo yo no lo quiero forzar, tampoco mi padre me forzó a mí. Mi hijo está comenzando, yo le veo ilusión y con el tiempo se verá.

¿Quiénes son sus principales clientes?

Red Eléctrica, Iberdrola, Naturgy, Indra, Endesa. Esos son clientes directos. Después hay otros grandes clientes que son instaladores eléctricos que nos compran para obra: hacen un instituto en A Coruña y Técnica 4 nos compra un generador.

También hay grupos electrógenos suyos respaldando el suministro en el Hospital de A Coruña.

Sí, llevamos el mantenimiento. Parece que ahora empieza a fluir el dinero para la sanidad. Tenemos muchas expectativas con la ampliación.

¿Hasta qué punto es importante ahora para un hospital este recurso?

El generador es vital siempre. Puedes tener más o menos personas en la UCI, pero da igual que muera una o que mueran cinco. Es vital.

¿Cómo ha sido el año de COVID para Cabager?

Hemos entrado de urgencia en muchos casos por las necesidades de los clientes, por acordarse a última hora. En el hospital de Málaga pusimos ahora dos grupos electrógenos y ya hace seis años que tenían un informe de que los tenían que cambiar. Trámites urgentes por el COVID, un dinero extra... el hospital se pone en riesgo y tiene que buscar la seguridad porque si el grupo electrógeno está muy viejo hay que cambiarlo. En estos últimos nueve meses las urgencias de última hora para garantizar la luz en los hospitales fueron el día a día para nosotros.... y aún lo que está por llegar. Tenemos servicio técnico 24 horas en toda España. Un desplazamiento en marzo o abril del año pasado fue muy complicado, sin tener ni donde dormir o donde desayunar. Tuvimos que tener técnicos operativos aunque facturásemos cien euros un día, porque somos esenciales.

Además, trabajan con frecuencia para el ámbito militar

Sí, tenemos ahora unos proyectos para Vietnam, de unos equipos de comunicaciones militares para Indra, para Túnez y para Malasia. Son todo proyectos especiales, que pueden llevar dos años de trabajo. Te pueden pedir un grupo electrógeno que aguante 80 grados de temperatura, que resista el movimiento de viajar en avión... Estos que vamos a hacer para Túñez son aerotransportables y llevan más medidas especiales para que cuando lleguen al punto de destino puedan funcionar.

¿Y cómo acaba una empresa de A Coruña enviando un grupo electrógeno a Malasia?

Pues trabajando mucho. La experiencia es la que te lleva ahí. Siempre me acuerdo de cuando fui hace muchos años con mi padre a Endesa y él se sentó allí y se presentó. El señor de Endesa le dijo: ‘¿qué experiencia tiene? Pues llevamos dos años diseñando. ¿Pero usted se cree capaz?’ Y mi padre dijo que sí y el señor de Endesa le dijo: ‘Nosotros estamos comprando grupos electrógenos fuera de España porque aquí nadie los fabrica, si usted me asegura que es capaz de hacer esto se lo encargamos’. Nos puso a prueba y empezamos a venderle a Endesa entonces. Al final nos apoyaron por ser empresa española y porque les trabajamos bien. La clave es ser constante y tratar de hacer las cosas un poco mejor cada vez.

Ustedes ganaron el concurso que organizó el Dépor para renovar el grupo electrógeno de Riazor cuando se reformó el estadio. Desde entonces, muchos habrían preferido apagar las luces para no ver... ¿Cree que podrán ver brillar al equipo a partir de ahora?

A ver si sigue... Nosotros mantenemos publicidad en el estadio. No sé dónde acabará eso. Yo vendí el generador, no las luces, pero se hizo una reforma preciosa. Parece una discoteca. Es una preciosidad y es una pena que no se aproveche.

Como profesional de la energía, ¿qué opina de la crisis de las electrointensivas (Alcoa, Alu Ibérica...)?

Es una pena. En otros países se apoya a las empresas y se subvenciona la energía. En este país no sé por qué no. Aquí en Galicia no entiendo por qué no les permiten un parque eólico y que se surtan de él, o no les dan el precio mejor ya no para que no se vayan sino para que inviertan más. Esto es el mundo al revés.

¿A qué lugar le gustaría llegar con su proyecto empresarial?

Nos gustaría poder formar parte, con la Xunta, de más investigación y tratar el problema de la energía sectorialmente. En una granja el cliente compra paneles solares porque están subvencionados pero si no tiene un grupo electrógeno y se estropea el panel, no tiene corriente para la ventilación de los pollos y en media hora se ahogan. Se debería subvencionar la ingeniería, el proyecto. Eso yo lo echo de menos.