Luis García Deber es el director de la Fundación Ronsel, una entidad con sede en A Coruña que trabaja con el objetivo de facilitar la ocupación laboral y mejorar la empleabilidad de las personas. En colaboración con la Consellería de Emprego e Igualdade, Ronsel acaba de lanzar su segundo programa de mentores, en el que profesionales cualificados de distintas áreas ayudarán a 200 autónomos a atenuar el efecto de la crisis del COVID en sus negocios. En un momento en el que la pandemia y sus restricciones tienen a miles de autónomos con el agua al cuello, Ronsel les ofrece ayuda para analizar su situación con el apoyo de empresarios expertos y orientarles en los pasos más adecuados, ya sea para reforzar su negocio, reenfocarlo o tomar la decisión de cerrar. Los beneficiarios de los planes de rescate de la Xunta tendrán preferencia en la inscripción, que está abierta hasta fin de mes.

La primera edición de su programa de mentores la lanzaron hace un año, en plena irrupción de la pandemia. Era sin duda un momento crítico para muchos autónomos. Ahora abren la segunda edición y el momento no es menos delicado. ¿Qué contribución social esperan que tenga este programa?

Lo primero, queremos dar la oportunidad de que todos los autónomos con independencia de sus circunstancias cuenten con profesionales acreditados que les puedan asesorar para el proceso de transformación, de actualización, de modernización o simplemente de cese de actividad y recualificación profesional. Son tantas casuísticas diferentes las que estamos viendo estos días que decir una sola es complicado.

La hostelería y el comercio están especialmente afectados por la crisis del COVID. ¿El programa se enfoca a autónomos de algunos sectores en particular?

Contamos con que haya autónomos del sector de hostelería, por su puesto, pero no nos estamos focalizando en ningún sector. Es un programa voluntario y por tanto cualquier autónomo o micropyme está invitado a participar. La voluntariedad es importante porque el programa requiere compromiso. Van a estar trabajando un mínimo de siete meses con un mentor o mentora especializado en las áreas de apoyo que demanden.

¿Qué papel puede llegar a jugar la orientación de un mentor? Ahora mismo el mercado es limitado, ha caído el consumo y hay mucha incertidumbre. ¿Hasta qué punto el mentoring puede ayudar a ese autónomo en aprietos a posicionarse de forma exitosa... o lo mejor posible?

Yo diría que la definición ideal es la reducción de riesgos en la toma de decisiones. Decir que va a tener éxito sería osado por nuestra parte. Lo que sí, va a contar con un apoyo inestimable a la hora de entender mucho mejor los riesgos que asume y tratar de analizar las consecuencias y el posible plan B si los resultados no son los esperados. Muchas veces se habla de tirarse a la piscina o de la valentía del autónomo, pero es importante el concepto de riesgo calculado, al que los mentores ayudan de forma importante. Por otro lado, los mentores ponen a disposición de los participantes una experiencia para aconsejarles sobre qué camino seguir en áreas que en las que a lo mejor ellos no están tan duchos. Por ejemplo, en el campo de la transformación digital.

Transformación digital. Ahí pone el foco de la convocatoria de este año la Xunta, ¿no?

En la situación actual existen tres focos. Está el foco económico-financiero, que es la necesidad de hacer números constantemente, recalcular y ver qué herramientas financieras y subvenciones se tienen en este momento. Lo segundo, la parte más de gestión y planificación; porque el autónomo tiende a la vida del día a día y tener capacidad de improvisación es importante, pero en estos momentos también debe tratar de estar lo mejor organizado posible, conocer sus herramientas, su capacidad de planificación financiera para establecer cuales serán los posibles escenarios y medir tiempos sobre objetivos. Si no eres capaz de alcanzar un objetivo en un tiempo determinado, debes abandonarlo y no seguir gastando recursos en él. Si estableces metas que tengan una transformación en resultados: incremento de ventas, incremento de contactos con clientes, de seguidores... y te vas acercando a ellos, es importante. Y el tercero, como decías, es la transformación digital, desde trabajar la marca personal hasta crear plataformas de ecommerce o utilizar los diferentes canales al alcance de los profesionales.

Mencionaba la importancia tener plan B. ¿Estamos en el momento de los planes B?

¡Hombre! Estamos en un momento de planificar, de hacer seguimiento y de recalcular. Va a ser difícil que acertemos. Porque el mercado está tan cambiante que es complicado. Hay veces que cambia hasta a favor, en determinados sectores y actividades.

Como el tecnológico, que ha salido reforzado con esta crisis.

Por ejemplo. O profesionales de consultorías y asesorías, que están trabajando a destajo. También profesionales de la transformación digital. El año pasado un 53% de los autónomos que participaron en nuestro programa consiguieron incrementar sus ventas.

Y en plena pandemia...

Sí, durante la pandemia. Empezamos el programa en mayo y lo prorrogamos hasta diciembre. De 214 autónomos con los que empezamos solo hubo cuatro bajas. Un 22% contrató personal porque incrementó actividad. Casi un 60% consiguió nuevos clientes. Son datos que hablan de la utilidad del mentoring experiencial como herramienta de apoyo en particular en estas circunstancias de incertidumbre máxima. Si este año lo igualamos me sentiría muy satisfecho. El 90% de los participantes considera que acertamos en el emparejamiento con el mentor. En estos momentos el factor humano y la empatía son muy importantes.

El casting de mentores será más difícil que el de autónomos. ¿Cómo localizan los perfiles adecuados?

Afortunadamente llevamos siete años trabajando el mentoring y formamos parte de una red internacional. Eso nos ha permitido adquirir experiencia y formar una red de mentores en Galicia que actualmente está formada por 160 profesionales. Es un número importante para hacer una selección de los idóneos en función de los perfiles de quienes se inscriban en el programa y los campos que quieran trabajar. El trabajo que nos queda por delante es el de los emparejamientos.

Teniendo en cuenta el peso que tienen los autónomos en la economía gallega y su vulnerabilidad en esta crisis, ¿cuidar a los autónomos ahora es especialmente importante para cuidad al tejido productivo?

Claro. Autónomos y micropymes son más del 97% del tejido productivo gallego, ¿cómo no vamos a cuidarlos? Es fundamental y además la evolución del mercado va hacia el profesional independiente en muchos sectores.

Muchos están pendiendo de un hilo y las propias asociaciones de autónomos esperan una avalancha de cierres en cuestión de meses, cuando cesen las ayudas. ¿Cualquier negocio está en posición de readaptarse y sobrevivir?

No. Hay dos factores. Lo primero, las personas que están detrás de ese negocio; no tanto la edad, sino la energía y la capacidad de adaptación que tengan es muy importante. Después, el sector de actividad. Actualmente el sector de la hostelería lo está pasando muy mal y no cualquier negocio de hostelería puede tener una solución que sobre el papel puede parecer fácil, como decir ‘póngase usted a hacer comida a domicilio o cafés para llevar’. Porque tiene unos costes para los que no le da. Claro que no, no todos los negocios pueden en estos momento plantear un escenario de transformación y dependerá también de sus recursos financieros.

El año pasado tuvimos casos en los que se aconsejó el cese temporal de actividad, otros en los que se les acompañó en hacer números para poder reducir al máximo sus costes y adaptar el negocio, y en otros casos se les ayudó a plantear el cierre de la actividad.

¿Aunque sea doloroso, a veces la mejor solución es el cierre?

Hay no pocos autónomos que ven su negocio como parte de su vida y de su sentimiento. Eso les lleva muchas veces a querer aguantar y empezar a arriesgar su propio patrimonio para mantener esa actividad y a los pocos empleados que tengan. A veces es una mala decisión porque ese negocio que es probable que esté abocado al cierre lo único que está haciendo es plantear no solo un cierre sino también un problema real a la familia que está al frente. No todos los negocios tienen una solución en esta crisis, hay que pensar en el plan B. Cuanto antes lo planifiques y veas cuáles son tus posibilidades, antes tomarás una decisión que es tremendamente difícil, que es el cese de actividad.

¿Todavía hay un lastre cultural entorno al miedo al fracaso y la idea de que si el negocio no sale adelante es un drama personal?

En la situación actual lo que hay son muchas altas de autónomos que no están vinculados a un local. Profesionales que ofrecen sus servicios muchas veces desde sus propios domicilios. Esa cultura del fracaso está más relaciona con la segunda oportunidad, el pensar que no se valore esa experiencia en un segundo impulso si se pone en marcha otra actividad por cuenta propia. Y al final somos seres humanos, ¿no? Y la sensación de no haber conseguido que algo que tu has puesto en marcha haya triunfado, haya crecido y se haya consolidado en el tiempo también es algo que te pesa y esa parte de la inteligencia emocional es algo que tenemos en cuenta y, de hecho, entre nuestro mentores también ha psicólogos.