La apertura a la competencia del mercado ferroviario europeo no se está produciendo igual en todos los países. Mientras en España la compañía francesa SNFC ha entrado en la alta velocidad con OuigoRenfe está encontrando más dificultades de las previstas para impulsar su oferta comercial en Francia. El país vecino es un mercado prioritario para Renfe en su expansión internacional, ya que supone el desarrollo natural de sus servicios hacia Europa, pero SNCF sigue teniendo casi un monopolio en el transporte de viajeros por ferrocarril, especialmente en los servicios comerciales.

Renfe ha puesto en marcha una oficina permanente en París para reactivar todos los resortes diplomáticos para enmendar la situación pero la sensibilidad gala dista mucho de parecerse a la alfombra tendida a Ouigo en España. La compañía pública española exige que se "clarifiquen" las reglas del juego en Francia y se adapten con urgencia a las que vienen marcadas por Bruselas. Ante las dificultades encontradas, Renfe ha pasado a la acción y ha anunciado acciones ante las autoridades de la competencia francesas, la Autorité de Régulation des Transports (ART). El supervisor público es independiente y debe tomar cartas en el asunto. 

Renfe está llevando a cabo acciones encaminadas a que el operador español pueda poner en marcha la línea de Alta Velocidad en Francia París-Lyon-Marsella. Debido a las dificultades existentes, el objetivo fijado es operar en dicha línea a partir de 2024, un año después de lo previsto. Pero cumplir incluso esos plazos se antoja actualmente difícil. "En España, el proceso de liberalización está siendo un modelo desde el punto de vista de las garantías y el respeto a los intereses públicos y privados. Nos gustaría que ese mismo modelo se aplicase de forma equivalente en los países de los operadores incumbentes que vienen a competir en nuestro país", opinó a 'El Periódico' el presidente de Renfe, Isaías Táboas.

Falta de transparencia

Los principales problemas para la entrada de Renfe en el mercado francés van de la falta de transparencia a la hora de acceder a información necesaria para cumplir los requisitos que la propia normativa impone (especifícaciones de infraestructura y señalización, por ejemplo) hasta la incomprensible dependencia de empresas del grupo SNCF para poder realizar ensayos (Eurailtest) y para obtener respaldo técnico (Masteris). Sin esos trámites no es posible lograr las homologaciones y certificaciones necesarias para iniciar la actividad comercial.

El tema de la homologación del material rodante es otro de los obstáculos cruciales para entrar a competir en alta velocidad. Por ejemplo, la serie 100, fabricada por el fabricante francés Alstom y que presta los servicios de Alta Velocidad en España, no pudo ser homologada para llegar hasta París por un problema de ondas electromagnéticas a su llegada a la capital (sí opera en otras partes del territorio francés).

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En el caso del Talgo 106 las dificultades se centran en los equipos de señalización embarcados. Para poder circular los trenes deben estar equipados con los sistemas de señalización franceses además del estándar ETCS. Y en Francia solo existen unos equipos que aporten esa doble solución, desarrollados por Ansaldo-Hitachi, que es el único proveedor existente en el mercado, y que permite las transiciones entre ETCS y TVM, así como la circulación por líneas equipadas con ambos sistemas, como es el caso de París-Lyon. 

La normativa nacional francesa no prohíbe otras soluciones alternativas, si bien las especificaciones publicadas no son completas por lo que el desarrollo y homologación de soluciones distintas al Bi-Standard es difícil.