La empresa compostelana Estructuras Lago ha llegado a un acuerdo con la administración concursal para alquilar las instalaciones en Coirós de Elaborados Metálicos Emesa, actualmente en liquidación. El pago de esa renta permite obtener algún ingreso para repartir entre los acreedores, mientras el inquilino alivia su problema de espacio para producir y, de paso, da empleo a una decena de los antiguos trabajadores de la histórica metalúrgica coruñesa, que quebró en 2020 dejando en la calle a 75 personas. Es un parche para las tres partes, una vez que la banca acreedora rechazó la propuesta de Lago —la única que se presentó en la subasta del pasado otoño— para comprar la unidad productiva de Emesa por 2,68 millones de euros (la deuda bancaria supera los siete millones) con un plan industrial que conllevaba subrogar a 18 operarios y dejar a los 57 restantes en una bolsa de empleo preferente con la previsión de aumentar la actividad y el empleo progresivamente. Ese ‘no’ de los bancos —principalmente del Santander— abocó a Emesa a la desaparición.

Ahora Lago ocupa una parte de las instalaciones y su continuidad en esta parcela del polígono de Pedrapartida dependerá del futuro dueño. Ese propietario saldrá de la subasta que el Juzgado Mercantil número 1 de A Coruña acaba de convocar para vender el complejo industrial, valorado en algo más de diez millones (exactamente 10.046.819,09 euros). En un edicto fechado el día 20, la Administración de Justicia anuncia la venta pública en un único lote que consiste en una parcela de 108.974 metros cuadrados con una superficie construida de 29.077 metros sobre la que pesa una hipoteca de casi dos millones (1.974.985,66 euros) a favor de Abanca y derechos de garantía hipotecaria por refinanciaciones con otras ocho entidades (Santander, Sabadell, Bankia, Deutsche Bank, BBVA, Bankinter, Caixabank e Ibercaja) para responder a un principal de 5,4 millones de euros más intereses. La participación en la puja está abierta durante un plazo de 20 días desde su publicación en el BOE. El documento recoge también la ocupación actual de Estructuras Lago en arrendamiento.

La venta de las instalaciones permitirá finalizar la liquidación de Emesa y enjugar una parte de la deuda, principalmente bancaria. Pero también la plantilla está pendiente de este proceso para cobrar salarios pendientes. “Estamos a la expectativa, aunque no creo que podamos cobrar mucho ahora, tal vez unos mil euros... como máximo cobraremos 1.800 euros, que es sobre lo que tenemos un derecho preferente”, explica Juan Naveira, exsecretario del comité de empresa, que remarca que “la mayor parte de esos ingresos irá para los bancos”.

La actividad de Estructuras Lago en la nave de Coirós un año después del cierre de Emesa abre un horizonte de esperanza laboral. “La nave sin ocupar no vale nada, así que es posible que Lago se mantengan en la planta una vez que se venda y si la empresa va a crecer como decía entonces puede generar más empleo; ojalá que sea así”, afirma Naveira.