El Gobierno alcanzó ayer un acuerdo con los sindicatos para subir el salario mínimo interprofesional (SMI) de los actuales 950 euros hasta los 965 euros (en 14 pagas); es decir, 15 euros de subida, confirmaron ambas partes en un comunicado conjunto. Las centrales acabaron aceptando la última propuesta de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, tras un día de intensas negociaciones del más alto nivel entre Trabajo, Moncloa y los máximos dirigentes sindicales. Y con la patronal fuera de la entente, coherente con su rechazo desde el principio de asumir cualquier incremento y siendo el primer gran no de los empresarios al Gobierno de la legislatura. El incremento del 1,6% entrará en vigor a fecha de 1 de septiembre y se queda por debajo del IPC, en plena escalada y actualmente en el 3,3%. Unos 1,5 millones de trabajadores se verán beneficiados de esta subida, que no evitará que pierdan poder adquisitivo este año.

La fumata blanca se hizo esperar y durante toda la jornada de ayer se alargó esa agonía de un acuerdo que está prácticamente cerrado pero al que no todas las partes le acaban de dar el sí. 15 euros que llegan quince días después de que Pedro Sánchez anunciará una subida “inminente” del salario mínimo.

Las centrales se resistían a dar por bueno el incremento de 15 euros, aunque sobre todo recelaban del compromiso de todo el Ejecutivo de asumir incrementos mayores en los próximos dos años y acabar alcanzando un SMI de alrededor de 1.050 euros en 2023. Compromiso, por otra parte, que figura en el acuerdo de coalición. Finalmente las centrales han aceptado el voto de confianza que les pedía Yolanda Díaz, que no ha podido darles garantías de que en dos meses, cuando vuelvan a negociar la subida de 2022, el Gobierno quiera llegar a los 1.000 euros que las centrales piden.

En el juego de cesiones que es una negociación, todas las partes han acabado dejándose algo. Trabajo saca adelante una subida a la que ya se había comprometido desde enero y que finalmente solo tendrá vigencia cuatro meses. Lo hace sin el apoyo patronal, aunque consiguiendo arrastrar al ala más conservadora del Gobierno.