El paro anunciado esta semana por el Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC) llama a suspender la actividad durante tres días en vísperas de Nochebuena a 25.000 camioneros gallegos que trabajan por cuenta propia o ajena para las 7.000 empresas del sector que operan en la comunidad, cerca del 40% con base en la provincia de A Coruña. Este paro patronal convocado para los días 20, 21 y 22 de diciembre amenaza con colapsar la distribución de mercancías en plena campaña navideña. “La situación es límite”, alerta el colectivo, ahogado por la subida de los carburantes y otros costes.

“Nosotros somos los primeros a los que no nos gusta tomar esta medida, pero hemos tenido que dar un ultimatum porque llegamos a un punto límite”, expone Alberto Vila, gerente de la Federación Galega de Transportes (Fegatrans), quien asegura que hay empresas trabajando “a pérdidas” porque les está resultando “imposible” repercutir la enorme subida de costes.

Fegatrans cifra en un 35% el incremento del carburante. Es su principal coste, pero también han se han encarecido los neumáticos y las reparaciones. La inflación, detonada por el encarecimiento de la electricidad, extiende su efecto dominó en el mercado, pero los transportistas aseguran que tienen las manos atadas a la hora de trasladar la subida a sus clientes: “Es imposible repercutir estos costes a las pymes y a los autónomos, porque están en una situación crítica”, afirma Vila.

En este sentido, el portavoz de Fegatrans apela al Gobierno para que haga cumplir las cláusulas de revisión de precios que figuran en muchos contratos de transporte para los casos en los que el carburante se dispara. “Siendo ilegal trabajar por debajo de costes se está haciendo todos los días y el Gobierno debe facilitar que se asuman esas subidas”, sostiene Vila.

Entre otras medidas, el CNTC pide mantener el régimen de gasóleo profesional, así como “la creación de un régimen alternativo para los vehículos dotados de autorización de transporte de menos de 3,5 Toneladas” y la citada “aplicación de la cláusula de revisión del precio del combustible”.

La gota que colmó la paciencia de los camioneros españoles es el plan que prepara Gobierno para cobrar por el uso de las autovías y autopistas de cara a 2024 para cubrir los costes del mantenimiento y conservación, como una de las exigencias de Bruselas para recibir los fondos europeos ligados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

El Gobierno ha reaccionado a la convocatoria estatal de huelga de transporte —comunicada el miércoles— con promesas de ayudas y descuentos a los camioneros todavía inconcretas, en un intento de evitar el colapso que previsiblemente causará la medida si prospera. La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, ha asegurado que “hay margen para hablar”, pero ha advertido de que algunas de sus peticiones “exceden” el margen de maniobra del Ejecutivo.

Si el transporte de mercancías llega a parar durante tres jornadas a las puertas de la Nochebuena las consecuencias pueden ser considerables para el resto de sectores: “Tres días de paro en la semana de Navidad pueden trastocar mucho tanto al comercio, como a la alimentación y a la industria”, avanza Alberto Vila. Por ello, el objetivo tanto de las empresas de transporte como del Gobierno es desconvocar el paro, pero para ello el CNTC ha advertido de que es necesario “un cambio radical y urgente por parte de Gobierno y clientes”.

Paro patronal y no huelga

En un sector nutrido de micropymes con una media de cuatro vehículos por empresa, las figura de trabajador y empresario se entremezclan, con un gran peso de los autónomos. Pero si bien popularmente se habla de una huelga, el sindicato UGT ha querido aclarar que se ha convocado un paro patronal y no una huelga de trabajadores, por lo que se desvincula.

La situación, para la Federación Galega de Transportes, es de “gran precariedad” entre el colectivo. La agrupación profesional recuerda que estos trabajadores han sido esenciales durante la pandemia y que ahora se sienten “abandonados”. “Trabajamos muchísimo y en condiciones muy duras y ahora resulta que la situación está yendo a peor”, lamenta Vila.