La Comisión Europea ya tiene estrategia para intentar neutralizar el poderío económico de China en el mundo. Ocho años después de que Pekín lanzara la iniciativa Nueva Ruta de la Seda (Belt and road), destinada a crear dos rutas terrestres y marítimas para mejorar la conexión del gigante asiático con el exterior, Europa responde con su propio plan. Bautizado como Global Gateway (Pasarela mundial), el objetivo es movilizar 300.000 millones de euros en inversiones público-privadas en terceros países para financiar proyectos de infraestructuras que ayuden a mejorar las conexiones y permitan impulsar la transición verde y digital hasta 2027.

Según las estimaciones del G-20, el déficit mundial de inversión en infraestructuras alcanzará los 13 billones de euros para 2040. Si se tiene en cuenta las nuevas inversiones en infraestructuras necesarias para limitar el cambio climático y la degradación del medio ambiente, esa cifra se dispara hasta los 1,3 billones de euros anuales. “Hay una necesidad enorme de inversiones” que la pandemia de covid19 ha puesto en evidencia, ha insistido este miércoles la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, durante la presentación de la iniciativa. Según la política alemana, los países de ingresos medios y bajos no solo necesitan financiación, también requieren ”socios de confianza” que ayuden a desarrollar “proyectos sostenibles y de calidad” y que ofrezcan “resultados tangibles que beneficien a las poblaciones de los distintos países”

Y esto es lo que ofrece la pasarela europea, “una oferta positiva” con la que "forjar vínculos y no dependencias", y con la que demostrar a los países en desarrollo -un ámbito copado hasta ahora por el gigante asiático- que “se puede responder a las necesidades locales y abordar los retos globales” de forma transparente y sostenible. De los 300.000 millones mencionados por Bruselas, unos 135.000 millones procederían del Fondo Europeo de Desarrollo Sostenible +, 18.000 millones en forma de subvenciones procedentes del presupuesto europeo mientras que los restantes 145.000 tendrían que proceder de otras instituciones financieras y de ayuda al desarrollo. 

Nueva facilidad europea

La Comisión Europea también estudia la posibilidad de crear una facilidad europea de crédito a la exportación para complementar las herramientas ya existentes entre los Estados miembros y aumentar la capacidad de fuego a la hora de financiar infraestructuras en terceros países. El objetivo sería asegurar un terreno de juego más equilibrado para las empresas europeas que operan en terceros países en los que se ven obligadas a competir con compañías extranjeras dopadas de financiación estatal de sus respectivos gobiernos.

En base a todos estos instrumentos de financiación, en la que el sector privado jugará un papel crucial, la UE aspira a ofrecer condiciones financieras sólidas, aportando subvenciones, préstamos favorables y garantías presupuestarias para reducir el riesgo de las inversiones y mejorar la sostenibilidad de la deuda al tiempo que fomenta estándares más altos en materia de gestión medioambiental, social y estratégica. Según ha explicado von der Leyen, la UE no está sola y cuenta con el apoyo de capitales como Washington o Londres. Las delegaciones europeas en terceros países jugarán un papel “clave” en la identificación de posibles proyectos.