Las 14.00 horas del martes 28, día de los Inocentes, es el límite temporal marcado por Alcoa para alcanzar un acuerdo sobre su continuidad como productor de aluminio en España. Por delante, cinco días para desencallar una crisis que lleva dos años incendiando San Cibrao (Cervo, Lugo), desde que la multinacional estadounidense anunció su decisión de cerrar su última fábrica, meses después de haber vendido las de A Coruña y Avilés (Alu Ibérica). La dirección de la empresa y la representación de los trabajadores se vieron las caras ayer para debatir la que la aluminera asegura que es su “oferta final”. La propuesta incluye 91 millones de euros (103 millones de dólares) de inversiones condicionadas a apagar las cubas y paralizar la producción de aluminio primario durante dos años.

El comité de empresa le pidió ayer a Alcoa que ablande su postura y deje de hablar de “cese” de actividad. El representante sindical, José Antonio Zan, señaló este punto como prioritario para avanzar en un acuerdo. Por ahora, los planes de la compañía para seguir produciendo a medio y largo plazo en su última fábrica en España pasan por apagar las cubas electrolíticas de San Cibrao y mantener esta actividad electrointensiva paralizada en 2022 y 2023, mientras se dedicaría únicamente a refundir aluminio además de mantener en marcha la planta de refino de alúmina. En ese periodo de dos años la empresa buscaría acuerdos de energía para rebajar el coste de su factura eléctrica. Además, todos los trabajadores seguirían cobrando su sueldo durante el cese de actividad, con un incremento salarial del 2% anual aplicable de 2020 a 2025 y con el compromiso de que en los próximos cuatro años no habrá despidos.

También, a petición de los sindicatos, “Alcoa se compromete a prorrogar tres años los contratos actuales de las empresas contratistas directamente afectadas por el cese temporal en electrólisis y planta de ánodos”. Asimismo, “priorizará la contratación de empresas transportistas y de suministros locales”.

“Las cubas no se paran” han sido la consigna que ha guiado la protesta y la huelga de la plantilla —indefinida desde el pasado septiembre— y ese sigue siendo el gran punto de fricción. Alcoa paró las cubas de electrólisis de A Coruña de la planta de A Coruña en febrero de 2019, cinco meses antes de vender la instalación a Parter con una dotación prevista para rearrancarlas —un proceso muy costoso— pero ni el fondo suizo ni Grupo Riesgo, a quien fue revendida Alu Ibérica, llegaron nunca a reactivar la fabricación de aluminio primario.

La planta de aluminio de San Cibrao es la última de España que tiene esas cubas activas. En ella trabajan unos 600 empleados directos de Alcoa, que alcanza los 1.100 trabajadores en el complejo de A Mariña contando con la refinería de alúmina anexa. “Creemos que hemos desarrollado un plan muy justo y generoso que incorpora muchas de las ideas que escuchamos en la mesa de negociaciones”, defendió el vicepresidente ejecutivo de Alcoa, Tim Reyes, quien llamó a la plantilla a suspender la huelga y avenirse al acuerdo para ejecutar de inmediato la parada de las cubas dado que “la planta de aluminio de San Cibrao está operando con unas pérdidas financieras extraordinarias debido a los precios exorbitantes de la energía”. Alcoa cambió de estrategia este otoño y ofrece ahora una forma de seguir produciendo aluminio, una vez que el Tribunal Supremo echó por tierra el ERE con el que el que intentó cerrar su última planta en España.