La petrolera Cepsa y las aerolíneas Iberia e Iberia Express han sellado una alianza para desarrollar y producir biocombustibles a partir de residuos, aceites usados u otras materias primas de origen vegetal a gran escala, con los que reducir las emisiones de los aviones, así como promover e investigar otras alternativas energéticas, como el hidrógeno renovable y la electricidad, para fomentar la movilidad sostenible en aeronaves y flotas de vehículos que les prestan servicios en los aeropuertos (vehículos para el suministro, las operaciones de carga y descarga de equipajes, asistencia al avión y remolcado hasta la pista de despegue).

Así lo han anunciado ambas compañías tras la correspondiente firma del presidente de Iberia, Javier Sánchez-Prieto; del consejero delegado de Iberia Express, Carlos Gómez, y del consejero delegado de Cepsa, Maarten Wetselaar. "Esta alianza muestra la apuesta de Cepsa por la sostenibilidad y la firme determinación de apoyar a nuestros clientes, dotándolos de soluciones viables que aceleren su transición energética", ha afirmado Wetselaar, según se recoge en un comunicado difundido por la empresa. Cepsa lleva más de diez años produciendo biocombustibles en sus centros industriales y realizando estudios para convertir residuos y aceites usados en combustibles de origen renovable de alto valor energético.

El transporte aéreo representaba antes de la irrupción de la pandemia el 3,5% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la Unión Europea, pero era una de las fuentes de emisiones que más rápido han crecido por el auge del tráfico, según la Agencia Europea del Medio Ambiente. Por eso, uno de los principales retos del sector, más allá de la recuperación de la demanda tras la expansión del coronavirus por el mundo, es su descarbonización. Y una de las principales formas de hacerlo es a través de los biocombustibles, por su significativa reducción de dióxido de carbono (CO2).

Los biocombustibles pueden reducir las emisiones de la aviación hasta en un 80% respecto al queroseno convencional, durante todo su ciclo de vida, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA). Además, impulsan la economía circular, aumentan la independencia energética (y, con ella, la seguridad de suministro) y pueden utilizarse de manera inmediata sin necesidad de renovar la flota y aprovechando las infraestructuras de suministro actuales.

Como parte del 'holding' IAG, Iberia e Iberia Express se han comprometido a lograr cero emisiones netas en 2050, y a operar un mínimo de un 10% de sus vuelos con combustibles de origen sostenible en 2030. Para ello, la aerolínea española ha diseñado una estrategia medioambiental que pivota sobre tres pilares: operaciones más eficientes −donde se incluyen todas las iniciativas de renovación de flota, reducción del consumo de combustible y electrificación de sus vehículos, entre otras−; una experiencia de viaje más sostenible para sus clientes −a través de la digitalización de servicios, la eliminación progresiva de plásticos a bordo, el desarrollo de su sistema de gestión de residuos y la compensación de la huella de carbono−; y su compromiso con la transición ecológica de la aviación, donde se enmarca su colaboración en la investigación y desarrollo de combustibles de origen sostenible.

“Para la descarbonización del sector aéreo es imprescindible el desarrollo, producción y distribución de los combustibles de origen sostenible a precios asequibles y en cantidad suficiente para abastecer a las aerolíneas. Confiamos en que este acuerdo con Cepsa contribuya a ese objetivo”, ha comentado Javier Sánchez-Prieto. Para Carlos Gómez, consejero delegado de Iberia Express, es el momento de crear "sinergias entre compañías" que persiguen "un mismo objetivo, poder desarrollar nuestra actividad y nuestras operaciones minimizando el impacto ecológico".

Esta iniciativa se puede encuadrar dentro del conjunto de medidas 'Fit for 55' de la Comisión Europea, que incluye una iniciativa legislativa denominada ‘RefuelEU Aviation’, que pretende impulsar la oferta y demanda de biocombustibles de aviación en la Unión Europea, alcanzando un uso del 2% en 2025, del 5% en 2030 y del 63% en 2050.