La Opinión de A Coruña

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Flota gallega

La conserva teme parar la producción: “Tenemos aceite para dos o tres semanas”

La industria dosifica la actividad para garantizarse materia prima y por caída de pedidos en el mercado interno | Flotas del Pacífico, forzadas a parar ante la imposibilidad de repostar en alta mar y el disparado coste de fletes

Flota de cerco, amarrada ayer en la dársena de O Berbés, en Vigo.

Las Galápagos están demasiado al norte, la isla Robinson Crusoe muy lejos al sur y la costa solo se atisba cerrando los ojos, anhelando llegar. En el Pacífico Sur, la flota gallega trabaja, en toda su literalidad, en una especie de vacío geográfico. Pesqueros de unos treinta metros de eslora que largan líneas a unas 1.000 millas náuticas de puertos como Iquique o Lima; es casi la distancia que media, por carretera, entre Vigo y París. Así que estas embarcaciones –faenan pez espada o túnidos– recurren habitualmente a buques cisterna, porque ir a puerto a rellenar los depósitos de gasóleo no resulta rentable. Son los denominados 'bunkering'. Pero la actual revolución inflacionista está dejando a la pesca sin posibilidades de repostar en alta mar.

“No es ya solo el precio de los combustibles, es que no tenemos tanqueros. Sube tanto el petróleo de un día para otro que no les resulta rentable”, se lamenta un armador vigués con flota de palangre. Él es un eslabón más de una cadena finita que remata en los supermercados y las fábricas de elaborados de pescado. Toda se ha visto golpeada rápidamente por el bofetón invasor de Vladimir Putin: las tensiones comerciales están al límite, hay racionamiento de aceite de girasol para el consumidor y las fábricas de conservas temen tener que parar “en dos o tres semanas” por falta de materia prima.

Juan Vieites (Anfaco): “Estamos ante una tormenta perfecta y no hay alternativas”

“Es así, efectivamente. Estamos ante una tormenta perfecta”, constata el secretario general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados (Anfaco-Cecopesca), Juan Vieites. El problema más acuciante para la industria conservera, que factura en España más de 3.100 millones de euros al año, es el aceite de girasol. Todo el sector de elaborados de productos del mar utiliza unas 100.000 toneladas de este producto, importado principalmente de Ucrania, del que un 60% se destina pescado enlatado. “Hay compañías grandes que solo tienen aceite para dos semanas”, apuntan otras fuentes empresariales, que han trasladado ya este mensaje a la flota de pesca y la gran distribución. En escasos días, el precio del aceite para los fabricantes ha pasado de 1,33 a 2,5 euros. “Y ya no es solo el precio –abunda Vieites–, sino la escasez. No tenemos alternativas a día de hoy” al aprovisionamiento procedente de Ucrania, el granero de Europa.

Por eso la posibilidad total de un parón de producción es una realidad que galopa. No solo con el consiguiente quebranto económico –hay estocaje para mantener el suministro a los súpers–, sino la pérdida de competitividad en el mercado internacional. “Exportamos el 60% de lo que producimos, la competencia va a ser tremenda si perdemos posiciones en otros países”. Al contrario que en EE UU, más 'gourmet', en Europa la conserva es una actividad rentable por grandes volúmenes.

El pescado

Aunque las empresas traten de dosificar existencias, que lo están haciendo, la incertidumbre hace inviable cualquier planificación. También han notado una retracción en el consumo, con una reducción de pedidos por el actual contexto de escalada de precios. Y, si en alta mar la soledad es absoluta, en puerto no hay mejores perspectivas. “Un armador podía venderte antes por un euro el kilo, y era rentable la conserva por los grandes volúmenes. Pero ya no puede, tiene que subirte a un euro y medio”, ejemplifica otro armador, que también vende atún.

“Si la conservera paga a ese precio pierde dinero. Y si repercutes en el mercado el coste del gasóleo, los plásticos, aluminio y cartones, la gente no va a poder pagar por el pescado”. El coste de un contenedor 'reefer' (refrigerado) para importar pesca del Pacífico ha pasado de 3.500 a más de 8.000 dólares, dejando sin opción de rentabilidad a las armadoras más pequeñas. El encarecimiento del petróleo –el barril Brent llegó a superar los 130 dólares en la sesión de ayer– ha llevado al búnker (indicador de referencia para el combustible marítimo, VLSFO) por encima de 1.000 dólares por primera vez en la historia.

El amarre paulatino de flotas, tanto de bajura en Galicia como de pelágicos en otros caladeros (para peces que viven a poca profundidad), amenaza con cortar la cadena de producción desde el inicio. Haya o no haya aceite de girasol disponible.

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