La prolongación de la guerra entre dos de los países considerados graneros del mundo está disparando los precios de los alimentos en los mercados internacionales, materializando el temor a un repunte de la desnutrición en las zonas más vulnerables del planeta. El índice de precios de los alimentos de la FAO, la organización de la ONU para la alimentación y la agricultura, ha alcanzado en marzo el nivel récord de 159.3 puntos, un 12,6% más que en febrero, que hasta ahora había sido el más alto de la serie histórica.

La FAO no duda en atribuir el incremento a la guerra “en la región del Mar Negro, cuyos efectos se expanden a los mercados de cereales y aceites vegetales”. Así, los precios del trigo repuntaron un 19,7% en marzo (entre Rusia y Ucrania suman el 30% de las exportaciones de ese cereal) y los de maíz un 19,1% (los dos países en conflicto suponen el 20% de las ventas a todo el planeta). Estos incrementos han arrastrado al resto de cereales: el sorgo y la cebada han marcado también récords históricos desde que la FAO empezó a seguir sus precios con una metodología uniforme, en 1990.

Los aceites vegetales incrementaron su precio aún más: un 23,2% respecto a febrero. La reducción de las exportaciones de aceite de girasol, un 80% del cual se produce en Rusia y Ucrania, ha impulsado al alza al resto de productos de esta categoría: los procedentes de la soja, la colza y la palma, que además ya vivían presiones al alza de sus precios por distintos problemas en los principales países productores y por el alza de los precios del petróleo.

Reducción del comercio

La guerra también está detrás de la revisión a la baja por parte de la FAO de sus estimaciones de producción y comercio de cereales para lo que queda de la temporada 2021/2022, que termina el 30 de junio. La producción de trigo en Ucrania caerá, estima la organización, porque “al menos un 20% del área plantada en invierno podría no ser recogida, como resultado de la destrucción directa, el acceso limitado o la falta de recursos para cosechar lo plantado”. En el caso de Rusia, a pesar de que el tiempo que ha hecho en los últimos meses ha sido bueno para la cosecha, la FAO alerta de incertidumbres “respecto a la importación de materiales agrícolas” necesarios para la recogida.

En cuanto al comercio de cereales, la FAO revisa a la baja sus previsiones y contempla ahora una reducción del 2% respecto a la temporada 2020/2021, de nuevo por la guerra y la interrupción del flujo de exportaciones de Ucrania y Rusia, que sólo se verá parcialmente compensado por el aumento de las ventas de la Unión Europea e India -en el caso del trigo- y de Argentina, India y Estados Unidos -para el maíz-, según las estimaciones de la organización internacional.